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Actualizado: 9 de junio de 2025
Y con rabiosa y espantable voz, arrancándose la corona con ambas manos, en las que quedaron prendidos gran número de cabellos, gritó enfurecido: ¡Oh, raza maldita! ¡Siempre serás tú la que se oponga a nuestro paso!
El viejo Gobernador Bellingham saldría con severo rostro llevando sus cuellos de lechuguilla al revés; y la Señora Hibbins, su hermana, vendría con algunos ramitos de la selva prendidos á su traje, y con rostro más avinagrado que nunca, como que apenas había podido dormir un minuto después de su paseo nocturno; y el buen padre Wilson se presentaría también, después de haber pasado la mitad de la noche junto á la cabecera de un moribundo, sin que le hubiera agradado mucho que le turbaran el sueño tan temprano.
Poseía un repertorio completísimo de narraciones de disgustos domésticos entre lo más acomodado de la sociedad, que se complacía en contar oportunamente, y escribía revistas de bailes, detallando los trajes y prendidos de las damas. Llevaba las patillas teñidas de rubio y afeitado el bigote, que empezaba descaradamente a blanquear.
Prendidos con alfileres, y no tan buenos; luego aquí han mejorado y echado raíces.
Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, Antonio Cuadros, sucesor de García y Peña, colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños; fajas obscuras, matizadas a trechos con gorros rojos y azules prendidos con alfileres; pañuelos de seda con piezas de docena, ondulados como nacarado oleaje, y percales estampados, mostrando pájaros fantásticos y ramajes quiméricos con rabiosos colorines que conmovían placenteramente a las bellezas de la huerta.
Albares es un tonto, forrado de lo mismo, que se muere por apariencias.... El caso es que todo el mundo en Vichy habla de ellos. Lucía se quedaba pensativa, fija la pupila en las canastillas de flores del parque, que parecían medallones de esmalte prendidos en una falda de raso verde.
Hacían de un vestido siete, y era un prodigio el verlas volverlo de arriba abajo, y estirar y encoger sombreros, y aprovechar para cinco o seis cosechas de la moda las mismas espigas y los mismos pepinillos y otros vegetales contrahechos, de prendidos y sombreros.
Al lado de su madre, Josefina parecía el nuevo brote de una flor hermosísima: la madre era como esas rosas que han agotado ya la pompa de sus galas desplegando todos sus pétalos a las caricias de la luz; ella, como esos capullos entreabiertos que comienzan a esparcir en torno suyo olor suave y débil. Su traje era blanco también, pero en el tocado y los prendidos, las flores sustituían alas joyas.
Era alta y airosa; su pecho juvenil y fuerte temblaba a cada movimiento; el traje era humilde, pero el peinado primoroso, y entre los undosos rizos del moño tenía prendidos al desgaire cuatro o seis clavelillos de los que adornan los puestos de las verbenas.
Palabra del Dia
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