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Imaginaban los portugueses que aquel reino había sido cristiano en lo antiguo, gracias a las predicaciones del apóstol Santo Tomás que hasta él había llegado, pero imaginaban también que el cristianismo de los singaleses se había pervertido y maleado con el transcurso del tiempo, turbando la pureza de su doctrina mil absurdas supersticiones.

El andar tan sobre el pueblo en daño de los malaventurados judíos nació de las predicaciones que hacia el arcediano de Ecija en Sevilla don Fernando Martinez, en las cuales hablaba de las usuras que para mal de los cristianos llevaban en sus préstamos i ventas al fiado; i por último se servia de tan vivos colores al pintar las maldades de los observantes del rito mosáico, que muchos de la plebe, siempre novelera, viendo en la destruccion de estos un acto de piedad i un servicio hecho al Dios crucificado, los mataban en las calles sin temor i vergüenza, i con entera libertad.

No falta quien diga que la conversion de este judío á la fe de Cristo, fué conseguida por las predicaciones de San Vicente Ferrer, que ya corria en tal sazon por las ciudades de España, destruyendo la lei de Moisés no con discursos que incitasen á los pueblos á motines i sediciones contra los malaventurados judíos, como solia hacer el famoso arcediano de Ecija en Sevilla, sino llevándolos al camino de la verdad por buenas palabras, por vivas i apretadas razones, i por pláticas cortadas á la medida del Evangelio.

Saturada también de estas máximas su hija, apenas comenzó a concurrir al entonado colegio en que quiso darle educación su madre, hubo que retirarla de él. Era ya la niña medio montuna por naturaleza, y con las predicaciones de Juana llegó a hacerse indomesticable.

El fracaso de los misioneros Según propia confesión, estos misioneros, después de tres siglos de predicaciones, no han logrado extirpar esas supersticiones incrustadas en la conciencia del pueblo. Debemos aceptar su declaración como honrado testimonio del fracaso de su misión religiosa.

Indudablemente, los árabes, antes del Islam, poseían cierta extraña cultura, en algunos puntos patriarcal y propia de pueblos nómadas y pastores; en otros puntos, como por ejemplo en la poesía, hasta refinada. Cuando entusiasmados por las predicaciones de su profeta, se arrojaron á conquistar el mundo, no se puede decir que fuesen bárbaros.

Mírelo cómo distribuye a las señoras los libros de que es autor y periódicos con su retrato. ¡Ah, comediante!... Lleva en su equipaje colecciones enteras de todas las revistas ilustradas que han hablado de sus predicaciones en Canadá, Estados Unidos, Australia y no cuántos sitios más.

Se había cortado las melenas y transformado su traje. Además, siguió con atención, en los diversos lugares de su trabajo, las predicaciones de algunos obreros procedentes de Europa que hablaban contra las compañías salitreras, incitando á los compañeros á la revuelta.

Pero Fernando el Católico no cumplió su promesa faltando á la palabra Real, i á lo que se debia como principe cristiano i como caballero. Una de las primeras diligencias de la clerecía fué querer que en los entendimientos de los moros entrase la verdad de la Fe Católica por medio de las predicaciones.

Sólo hay un inconveniente no corto: que las tales predicaciones regeneradoras levanten de cascos a la gente levantisca y aficionada a vivir a salto de mata, y produzcan alborotos, motines y hasta guerras civiles.