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No merezco pisar la tierra que vosotros pisáis... Adiós, Clara añadió levantándose . No tengo más que un medio de pagaros la ofensa que os he hecho... ¡Rogad a Dios por ! Y dio precipitadamente algunos pasos hacia la puerta. Clara corrió a ella y la detuvo por la mano. ¿Adónde vas, criatura? La arrastró de nuevo hasta la butaca y volvió a sentarla.

Jacobo depositó un beso en los cabellos de Juana, y sosteniéndola con un brazo, condújola fuera de la habitación hasta las primeras gradas de la escalera. Pronto, a su casa díjole besándole la mano precipitadamente. Y alejose. La señora de Maurescamp volvió pronto a su casa, conducida por la señora de Lerne. Su ausencia había sido corta.

Retrocedió con espanto al interior de su celda; sacó precipitadamente cartas y papeles, encendió lumbre, y en poco más tiempo del necesario para contarlo, hizo un auto de fe que redujo a cenizas preciosos documentos, cartas elocuentes fechadas en el Carrascal, en la Amezcua, en la Borunda y en los Alduides, curiosísimas notas y apuntes.

Así, pues, todo es inútil dijo el señor de Avrigny, levantándose también. Dios dejará morir a mi hija del mismo modo que dejó morir a mi hijo. Y salió detrás del cura, que horrorizado al oírle blasfemar de aquel modo, abandonó el despacho precipitadamente. Como era de esperar, ningún efecto produjo el brebaje de Andrés.

María entró precipitadamente en el cuarto en que se hallaba Stein y se puso a escucharle con la mayor atención, inclinando el cuerpo hacia adelante, con la sonrisa en los labios, y el alma en los ojos. Desde aquel instante, la tosca aspereza de María se convirtió, con respecto a Stein, en cierta confianza y docilidad, que causó la mayor extrañeza a toda la familia.

Con este aviso se dirigió á el con 24 fusileros y 60 lanceros: pero cuando llegó ya habian pasado precipitadamente con la noticia que adquirieron de que estaba en Juliaca.

Había pasado poco tiempo desde que doña Catalina había salido de la casa de su padre, hasta que un criado anunció á su excelencia la duquesa de Gandía. Maravilló esto al duque, porque doña Juana jamás había ido á su casa. Cambió precipitadamente de traje y fué á su cámara á recibir á la duquesa. Doña Juana estaba conmovida, pálida, ojerosa.

Esto es otra cosa dijo precipitadamente Montiño. El padre Aliaga no contestó. Montiño se encontraba terriblemente predispuesto á la confesión y continuó: Esta alhaja me la ha dado el duque para una dama. Hizo un gesto de repugnancia el padre Aliaga. Se trata de una dama á quien conoce el duque de Uceda. ¡Qué vergüenza! ¡qué corrupción! ¡qué escándalos! exclamó el padre Aliaga.

Pasó bien media hora, y ya empezaba á impacientarme cuando sentí pasos. Preparé la linterna. Pero la persona que se acercaba traía luz: entró precipitadamente en el dormitorio, y miró con avidez: era la duquesa de Gandía, que siguió adelante y entró en el oratorio. Poco después salió pálida, aterrada, murmurando: ¡Dios mío! ¿dónde está la reina?

Una la estaba calzando en aquel momento con diminutos y elegantísimos zapatos de la misma tela, mientras otra cosía precipitadamente algunas flores que se le habían caído. Por la parte de arriba le estaban poniendo una guirnalda de azahar en la cabeza: había gran marejada con tal motivo.