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Actualizado: 1 de junio de 2025
Entonces se acordó de ti, mi querida prima; lanzó un suspiro y se le cayó de las manos la formidable pluma; peinó, alisó y cubrió de pomada la cabellera serpentina de su Némesis, y yo me he escapado de una buena, gracias a los hermosos ojos de mi prima. Pero añadió Rafael viendo entrar a Stein , aquí viene la más preciada de las piedras preciosas ; piedra melodiosa como Memnon.
Todo perdido en sueños de agonía y en el delirio del dolor flotaba; todo en su corazon rugiente hervia, y Leila sólo á su afanar reia y con su dulce amor le consolaba. ¡Y ella tambien, el último tesoro, la flor preciada de esplendor naciente, ya en los ojos de luz acerbo el lloro, y los reflejos de sus trenzas de oro como nimbo fatal en su alba frente!
Y ansí, se partieron , y Inca Yupanqui se quedó en la ciudad, y los tales señores caciques se fueron de allí derechos do Viracocha Inca estaba; y despues de le haber hecho su debido acatamiento, como Inca Yupanqui se lo habia mandado, le dijeron cómo Inca Yupanqui los inviaba allí a que viesen en qué era servido que ellos le sirviesen; y como Viracocha Inca los viese delante de sí y tan gran multitud de señores y de tanto poder, holgóse mucho de ello, porque dellos tenia gran necesidad al presente, para que le favoresciesen con algun tanto de sus rentas, para edificar aquel pueblo que allí queria hacer; é díjoles que fuesen muy bien venidos, é levantóse de su asiento y abrazólos á todos y tornóse á sentar en su silla, y mandólos á todos que ansí se sentasen; y mandó que sacasen muchos vasos de chicha, y que les diesen á beber; y luego les hizo sacar mucha cantidad de coca, una yerba preciada que ellos siempre traen en la boca, la cual yerba la historia adelante dirá.
Fue necesario que bajase al escritorio de Escudero y que éste sacase de la caja la preciada joya regalo del novio. Enteradas por este paso algunas criadas de la ceremonia que iba a realizarse, no dejaron de acudir para ver si percibían algo espiando por las cerraduras y los quicios de las puertas.
Cuando cumple a la Fortuna mostrarse con él espléndida, le asalta traidora muerte, le aguarda salvaje huesa; pero logra el buen Hernando, por preciada recompensa, ¡aquí abajo eterna fama y allá arriba gloria eterna! Alicantino, de Novelda, aunque originario de Valencia.
Dentro estaba la cinta del justillo de Demetria, una cinta encarnada con sus herretes dorados en los cabos. Este es el grande y tierno testimonio que las nobles doncellas asturianas suelen dar de su amor. Nolo, embargado de emoción, durmió con él debajo de la almohada y en la primera romería llevó la preciada cinta colgada de los botones de su chaleco. Jacinto no era tan afortunado en sus amores.
Consideraba sus pies la parte más preciada de su persona, y al andar fijaba los ojos coquetamente en las dos manchas de oro pálido, de aguda punta, que aparecían y se ocultaban alternativamente bajo el borde de su falda.
Atragantose el familiar cuando, por la propia confesión de los rosados labios de doña Guiomar, reconoció en la ya bastantemente preciada persona que le volvía el seso, un atractivo más, que era el de ser doncella, no embargante lo de viuda, que bien puede ser esto, aunque rara vez suceda y haya de ponerse muy en duda; pero de tal manera lo había dicho doña Guiomar, y con tal y tan ruboroso embarazo, que había que creerlo, y creyolo el señor Ginés de Sepúlveda, y el corazón se le volvió de arriba abajo, y atragantose, y de tal manera, que se estuvo bien cinco minutos sin decir palabra, y mirando espantado a la hermosa indiana, ni más ni menos que si en ella hubiera tenido delante esa ave fénix de la que todos hablan y ninguno ha visto; porque en doncella moza puede con no mucha dificultad creerse, pero creer en doncella viuda, era ya cosa recia.
Palabra del Dia
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