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Ya tenemos prólogo. Exhibamos los tipos. Supongamos que son las diez de la mañana en Manila, y por consiguiente, la misma hora en cualquiera de los pueblos que forman Binondo; supongamos á más que es la fiesta de la Patrona y que estamos cerca de la casa del hermano mayor.

» Pues hable usted le dije, apoyándome en el borde de la meseta de la chimenea para quitarle a él hasta la tentación de sentarse. Sin embargo, todo lo que dijo no fue más que el prólogo de lo que pensaba decirme.

Y basta de prólogo, que ninguno largo fue bueno. Para iniciar las paces ofrecí la otra tarde un en mi casa, principio del tratado que pensamos ratificar con una comida.

Y con este prólogo de la creación natural comenzaba la vida, desarrollándose al través de millones y millones de años, interrumpida a veces por los cataclismos de la tierra agitada por las últimas crisis de su crecimiento, y continuando adelante con la ciega tenacidad que anima a la Naturaleza.

En el breve Prólogo impreso a la cabeza de la presente edición me dejé decir que tenía preparado un largo escrito sobre el origen e intención de esta obra, los elementos históricos de que dispuse, y los datos y anécdotas que recogí, comprendiendo además algunos desahogos sobre la novela española contemporánea.

Las composiciones son tres: dos muy breves; y una de estas dos parece calcada sobre cuatro versos del Prólogo en el cielo del Fausto. La coincidencia es inverosímil. Y, aunque no es imposible, yo encuentro raro y sospechoso que un brahman lea a Goëthe y le imite. Vamos, lee los versos sin más prólogo.

Y con esto, lector amable, quédate a Dios, y perdóname si te causé enfado o tedio con la lectura de mi prólogo. Madrid, 2 de junio de 1918. DEDICATORIA DE V

Creo que el manuscrito de dicha parte, propiedad de la persona á que me refiero en la nota de la página XXI de mi prólogo, tampoco es original.

No pretendo escribir un libro: si la frase no estuviera gastada, yo llamaria á este epítome impresiones de viaje, pero tantos son ya los que así han bautizado á sus apuntes, que yo me aparto á toda prisa de semejante diccion y concluyo este mal hilbanado prólogo rogando al lector que califique este trabajo del modo que mas cuadre á su gusto.

Perdonen ustedes dijo el conde. No hay novela sin prólogo, y yo debo concluir el mío. Adelantándome a toda sospecha he de advertir en primer término que nunca inventé yo nada. Explicaré cómo ha venido a mis manos ese manuscrito. Hace año y medio fui nombrado albacea de un amigo mío, y al registrar y clasificar sus papeles me topé con unas Memorias.