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Actualizado: 5 de junio de 2025


Aquella noche hizo Maxi mil extravagancias, y a la mañana siguiente se puso tan encalabrinado y vidrioso, que no se le podía aguantar. «Hay que tener mucha paciencia dijo doña Lupe a Fortunata . ¿Sabes lo que te aconsejo? Que no le lleves la contraria en nada. Hay que decirle a todo que , sin perjuicio de hacer lo que se deba. El pobrecito está mal.

Más de una mujer revolvióse en la cama, turbando con su inquietud el sueño de su marido, que protestaba indignado. «¡Pero maldita! ¿no pensaba en dormir?...» «No; no podía: aquel niño turbaba su sueño. ¡Pobrecito! ¿Qué le contaría al Señor cuando entrase en el cielo?...»

341 El primero que salió fue el cantor, y se me vino; pero yo no pierdo el tino aunque haiga tomao un trago, y hay algunos por mi pago que me tienen por ladino. 342 No ha de haber achocao otro: le salió cara la broma; a su amigo cuando toma se le despeja el sentido, y el pobrecito había sido como carne de paloma.

Estos varones severos no incurren casi nunca en la torpeza de averiguar lo que no les conviene. La distracción, el andar siempre por los espacios imaginarios suele traer muchos provechos. Otros, por último: Ya verán ustedes cómo el pobrecito don Braulio adelanta en su carrera y llega a ser personaje. Su mujer hará que suba.

No he sabido lo que te amo hasta esta tarde, en que creí que te ibas para siempre. La enferma movía con pereza una de sus manos y acariciaba la cabellera crespa de Maltrana, lamentándose de la forma aterradora de la crisis, como si ésta fuese un acto de su voluntad. ¡Pobrecito! decía lentamente ¡qué susto te he dado! Aún se te conoce en la cara; estás pálido, te tiembla la voz.

Ya, como a él no le han hecho ir nunca a los entierros, pisando lodos, aguantando la lluvia y el frío, le parece muy natural que el otro pobrecito se críe entre ataúdes... , está fresco.

Se va a la basura y coge los puñados de ceniza para echárnosla por la cara... Entró Benigna, que venía de misa, y corroboró todas aquellas denuncias, aunque con tono indulgente. «Hija, no he visto un salvaje igual. El pobrecito... bien se ve entre qué gentes se ha criado». Mejor... Así le domesticaremos.

Si lo hace por caridad, de veras digo que es usted una santa. El pobrecito está enfermo, y no puede valerse».

¡Yo!, ¡yo ir a Madrid, y para buscar a la Gaviota! exclamó Momo horripilado . ¿Está usted en su juicio, señora? Tan en mi juicio y tan en ello, que si no quieres ir, iré yo. A Cádiz fui y no me perdí ni me sucedió nada; lo mismo será si voy a Madrid. Parte el corazón oír a ese pobrecito padre clamar por su hija. Pero , Momo, tienes malas entrañas; con harta pena lo digo.

Una de dos, o matarle o dejarle, y como no le hemos de matar... Al fin convenimos en que yo vería hoy a esa... cabra loca. No me parece mal. Y según la impresión que me haga, determinaremos. ¿Vais juntos? No, yo solo, quiero ir solo. Además él está hoy con jaqueca. ¿Con jaqueca? ¡Pobrecito!

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