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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Así contestaba don Víctor a las sugestiones de la mísera carne que pretendía volverse a las ociosas plumas. Cuando ya tenía las ideas más despejadas, reconoció imparcialmente que la pereza aquella mañana no se quejaba de vicio. «Debía de ser en efecto bastante más temprano de lo que decía el reloj.

Los españoles encontraban con asombro al mozo de Sanlúcar, de Triana o de un pueblecillo de Extremadura con el pecho pintarrajeado, corona de plumas y un anillo en la nariz, apoyado fieramente en su arco y barboteando trabajosamente un castellano que casi había olvidado.

Sus ojos negros son poemas dramáticos, y su corazón, un espejo sin azogar. El drama lúgubre y horripilante no se hizo para aquel gran vergel, en donde pasan las mujeres la vida recostadas en sus hamacas, meciéndose entre flores, aireadas por sus esclavas con abanicos de plumas. ¿Sabes dijo la condesa que la voz pública anunció que te ibas a casar?

Al pensar que la sarracena iba a pasar junto a él dentro de breves instantes, Ramiro hundió la mano en la faltriquera y asió fuertemente su crucifijo de bronce. Encabezaban el desfile los soldados de la fe, orgullosos de las plumas flamantes de sus chapeos y de las doradas cadenas de alquimia que les prestaba el Santísimo Tribunal.

Si iba a ver al rey, se encontraba la antesala llena de amigos de los encomenderos, todos de seda sombreros de plumas, con collares de oro de los indios americanos: al ministro no le podía hablar, porque tenía encomiendas él, y tenía minas, o gozaba los frutos de las que poseía en cabeza de otros. De miedo de perder el favor de la corte, no le ayudaban los mismos que no tenían en América interés.

Venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión, ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversas colores; con éstas venían otras personas de diferentes trajes y rostros.

Dulce es, entre todas las dulzuras, zambullir el pensamiento en la idea de Dios, adorarle, contemplarle, confundirnos ante su presencia como granos de polvo ó frágiles plumas que somos las criaturas Vientecillo, puedes marcharte, que yo me quedo aquí para toda la vida. ¡Cuán feliz soy

Al registrarlo en presencia del juez, encontraron que debajo de sus ropas llevaba el cuerpo cubierto de plumas de avestruz. Jaramillo hacía lo mismo. Era un secreto de su padre el brujo; el mejor medio para vencer en agilidad á los enemigos. Le dió rabia ver cómo reía el juez ante tal descubrimiento.

Y mi tío no pudo contenerse; se deshizo de don Benito y corriendo a la cama, se echó en ella y depositó sobre la blanda almohada de plumas en que hundió el rostro, una sonrisa de íntima, de voluptuosa alegría, que ya no podía contener dentro de mismo. En ese instante golpearon la puerta; la abrí; el perfil risueño de Alejandro asomaba por la rendija.

La muchedumbre no hace caso de los primeros, pasando rápidamente por delante de esos primogénitos del globo, su habitación es fría, húmeda: los curiosos dirigen sus pasos hacia la luz, hacia el punto do brillan tantos objetos. Nácar, alas de mariposa, plumas de aves, esto es lo que la encanta. Yo, que me detengo más tiempo abajo, heme hallado con frecuencia solo en la pequeña y obscura galería.

Palabra del Dia

hociquea

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