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Actualizado: 28 de julio de 2025
Y la llevaba en el alma. No había llorado porque tenía el alma llena de ella. En la orilla, al ver aparecer la barca gris sobre las aguas grises, había sentido oprimírsele el corazón. Mientras había podido ver las playas de Ouchy, de las alturas de Lausana, sus ojos no se habían desprendido de ellas. Y del viaje no recordaba más que algunas rápidas escenas.
El Gloria debía conducir á la madre patria gran número de sus valientes hijos, que después de haber peleado como buenos en las aguas de Joló, iban con la alegría pintada en la cara en busca de las azules ondas de las castellanas playas.
Alma para Dios criada Y hecha á la imagen de Dios, Advierte de Dios tocada En que son los mares dos De nuestra humana jornada. Y así hay dos puertos á entrar Y dos playas al salir: En uno te has de embarcar, Que del nacer al morir Todo es llanto y todo es mar. En estrecho fin paraba, Alma, aquel ancho camino; Y el que estrecho comenzaba, Ancho, glorioso y divino El dichoso fin mostraba.
Isla maravillosa, sultana bella y grácil a quien vemos ansiosa poner oro y corales sobre el nativo altar, y buscar en la arena de sus sonoras playas, como sus dos hermanas, cual Luzón y Bisayas, la perla de un ensueño que no quiere llegar...
Cada banco de arena se veia cubierto de rayadores, de gaviotas y de caprimulgus, que anidan en las playas, depositando simplemente sus huevos sobre la arena.
Estas mujeres venían a constituir algo así como la resaca de Europa. La guerra las había arrojado a estas playas pintorescas, y aquí siguen, ya algo familiarizadas con las costumbres de los indígenas.
Nueva catástrofe hizo que el caserío se fijara en las playas Panganiran: volviendo por último al primitivo sitio, pesando sobre el pueblo la eterna amenaza del vecino Mayon. Guinobatan tiene bonita iglesia y espaciosa casa parroquial, morada que fué muchos años del Padre Melendreras, inspirado poeta que ha dejado escritos no pocos versos llenos de melancolía y sentimiento.
La esposa de uno de los más eminentes pionners de Wingdam, cansada de la caduca civilización del Este y de su ingrato clima, resolvió reunirse con su noble esposo en estas playas de oro, y sin noticiarle su intención, emprendió el largo viaje, llegando hará cosa de unos ocho días. El júbilo del marido más es para imaginado que para descrito.
En vano en los albores de una existencia estéril Abandoné tus playas; no te olvidé por eso, Como al dejar la bella que nos brindó su beso Dá mas placer al alma pensar en él despues. Atravesando mares y recorriendo campos, La pluma manejando con la ñudosa lanza, Vivificado siempre por íntima esperanza Jamás he sacudido tu polvo de mis piés.
Saludaste las playas de la Grecia Libre del torpe yugo musulman; Que un pueblo si desplega su bandera Guiado de omnipotente voluntad, Ó muere cual Leonidas en Termópilas, Ó triunfa cual la Grecia en nuestra edad.
Palabra del Dia
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