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Lo único que sostenía era que el tal Juanito Santa Cruz era el único hombre a quien había querido de verdad, y que le amaba siempre. ¿Por qué decir otra cosa? Reconociendo el otro con caballeresca lealtad que esta consecuencia era laudable, sentía en su alma punzada de celos, que trastornaba por un instante sus planes de redención.

Con estos planes e intenciones, la noche del día en que el Conde supo en el Ministerio de Hacienda quiénes eran sus desconocidas, hablaban éstas a solas en su pobre casa, mientras aguardaban a don Braulio, que estaba trabajando en la Secretaría. No te entiendo, Inesita decía doña Beatriz, sentada en una butaca enfrente de su hermana . Que yo no rabie, nada tiene de particular.

Nicolasa había heredado de su madre ciertas prendas que valen más que los bienes de fortuna, porque los conservan, si los hay, y suelen proporcionarlos, si no los hay. Tenía don de mando y don de gentes, extraordinaria energía de voluntad y perseverancia en sus planes.

Petra se mordió los labios y dio media vuelta murmurando: ¡Orgullosa! ¿si creerá que no tenemos ojos?... Pues si a una no le diera la gana... pero yo lo hago por el otro.... , Petra lo hacía por el otro, por el Magistral, a quien quería agradar a toda costa. Tenía sus planes la rubia lúbrica.

Me ha dicho que se casará conmigo. ¿Y le has creído? ¡Yo! Le he dicho que espere y que te preguntaré a ti, pero él me ha contestado que no quiere que te diga a ti nada. Claro. Porque yo echaría abajo sus planes. Te quiere engañar, y quiere deshonrarnos, y que el pueblo entero nos desprecie porque me odia a .

Adoremos, pues, en nuestro ilustre anfitrión, a la fuerza. Merced a esta fuerza de que la Naturaleza le ha dotado, ha podido someter y aprovechar el esfuerzo particular de millares de hombres que inconscientemente sirven a sus planes. Merced a esta fuerza ha podido reunir su inmenso capital.

No contento con la zizaña que habia sembrado en Buenos Aires, pasó á Madrid, donde las recomendaciones que llevaba, y los servicios que habia prestado, le pusieron en contacto con D. Ricardo Wall, sucesor de Carvajal, y comprometido en todos sus planes.

Al mismo tiempo de lo apuntado, hizo la señora de Aymaret otras observaciones que le dieron mucho que pensar decidiéndola a llevar a la práctica ciertos diplomáticos planes.

En cuanto a los planes de su marido, casi está por demás advertir que no salían del trillado campo de sus anhelos senatoriales.

Pero don Álvaro suspiraba y volvía los ojos a la Regenta.... Por lo demás, él seguía considerando que ante todo era un hombre político. Lo de ir a Madrid lo dejaba para más adelante. Ahora hacía diputados desde Vetusta y se quedaba allí; pero en cuanto tuviera más blanda a la señora del ministro, él volaría, él volaría... seguro de no dar un batacazo. Estos eran sus planes.