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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Sólo así puede producir la pintura la sensación profunda de la música; sólo así, las líneas esculturales, ondeando en la gradación inimitable de las formas humanas, en el esbozo de un cuello de mujer, en las curvas purísimas, y entre los griegos castas, del seno; en los hombros contorneados de una virgen de mármol o en el vigor armónico de un efebo; sólo así, da la piedra el placer del ritmo y la melodía.
Así vemos trasladado el sistema de las relaciones al órden de las apariencias, en cuanto afectan las facultades susceptibles de placer: armonizándose de una manera admirable la razon con el sentimiento, de la propia suerte que habíamos encontrado armonizados el entendimiento y el sentido.
La muerte de Villafañe ocurrió en territorio chileno. Su matador sufrió ya la pena del talión: ojo por ojo, diente por diente. La justicia humana ha quedado satisfecha; pero el carácter del protagonista de aquel sangriento drama hace demasiado a mi asunto para que me prive del placer de introducirlo.
El camino es soberbio, imponente, magnífico: los Alpes, esos portentosos montes que he tenido el sin igual placer de cruzar por diferentes sitios; esas altísimas montañas que el grande hijo de Cartago atravesó el primero, por uno de los milagros que abortó su genio, se ofrecieron de nuevo á mi admiracion al atravesar la Saboya.
Buenas noches, caballeros exclamó, saludando con ese aparente y forzado barniz de cortesía que adoptaba algunas veces. Tengo mucho placer en agasajar a ustedes en la casa de mi difunto amigo.
Pero al fin sacaron grandes sumas de dinero que el rei Fernando V recibió con sumo placer i contento, porque ellas eran bastantes á sustentar por algun tiempo sus ejércitos.
El maestro Eustaquio Bouteloup es el director de una sala de armas situada en el barrio Monceau; tres amplias estancias, adornadas con floretes, espadas, caretas y fusiles antiguos; el maestro es un hombre de estatura mediana y horriblemente musculoso; lleva puesto el peto de asalto; su rostro evoca un retrato de Velázquez; para completar la imagen, sólo le falta la gorguera... Este hombrecito es el rey de la espada y su lección pasa por infalible; no ama mas que su arte y experimenta un placer sensual manejando espadas.
El dolor tiene su fascinación como el placer, y las lágrimas seducen lo mismo que las sonrisas. Tomé, pues, el sombrero, y me largué al Muelle. Una apiñada multitud de gente de pueblo se revolvía, gritaba, lloraba é invadía la última rampa, á cuyo extremo estaba atracada una lancha.
No todos los días conseguía Ulises el placer de esta conversación que se desarrollaba invariablemente desde la vía Partenope al monumento de Virgilio. Las más de las mañanas aguardaba en vano frente á los puestos de los ostricarios, escuchando á los músicos que saludaban con sus romanzas y sus mandolinas las ventanas cerradas de los hoteles. Freya no aparecía.
Residí en varios conventos, y con gran placer recuerdo los hermosos días de soledad que pasé en el pintoresco Desierto de Tenancingo, en donde sólo me inquietaba la amarga pena de ver que perdía en el ocio una vida inútil, el vigor juvenil que siempre había deseado consagrar a los trabajos de la propaganda evangélica.
Palabra del Dia
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