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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Por las que recogió Bermúdez de Castro, aparece domiciliado en París, en trato íntimo con el Soberano, que gustaba mucho de sus pláticas y le llamaba «su maestro de cuentos;» obsequiado de los palaciegos y de los personajes de la alta nobleza, con regalos y favores; siendo objeto de todas las conversaciones; en todas partes buscado y atendido; pasando la vida entre festines; haciendo ostentación de criados extranjeros y manifestaciones múltiples del lujo .
Sus celos no estuvieron dormidos mucho tiempo, por desgracia. Principiaron á atormentarla con ocasión de las frecuentes y largas pláticas que el guapo mantenía con Paca la de la Parra.
Sus pláticas con aquella muchacha tranquila y juiciosa le daban nuevos ánimos para trabajar; y él, que hasta entonces había vivido tranquilo e indiferente, amarrado a la noria de la dependencia, sin pensar en el porvenir, sentíase ambicioso, soñaba con una gran posición comercial, que compartiría con Tónica, y miraba la tienda de Las Tres Rosas con el mismo cariño del heredero ante una cosa que espera ha de ser suya.
Díjome, en viendo que los tenía: -Hijo Pablos, mucha culpa tendrás si no medras y eres bueno, pues tienes a quién parecer. Dinero llevas, yo no te he de faltar, que cuanto sirvo y cuanto tengo, para ti lo quiero. Agradecíle mucho la oferta. Gastamos el día en pláticas desatinadas y en pagar las visitas a los personajes dichos. Pasaron la tarde en jugar a la taba mi tío, el porquero, y demandador.
17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son éstas que tratáis entre vosotros andando, y estáis tristes? 18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú solo peregrino eres en Jerusalén, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido.
De este malestar, y aun puede decirse desdicha, participaba el hasta entonces afortunado Raimundo. El espíritu y el cuerpo de Clementina, alterados por el tumulto de otras pasiones, no podían reposarse en las dulzuras del amor. Los momentos que aquélla le concedía eran cada vez más cortos y sin sosiego. Se extinguieron las pláticas alegres, bulliciosas, que en otro tiempo mantenían.
Al tiempo que entre los Griegos corrian estas pláticas y sentimientos, los soldados de los presidios por parecerles que la paga se dilataba, maltrataron á los Griegos de los pueblos donde estaban alojados: mal forzoso de la guerra, y que difícilmente el rigor militar de los más insignes Capitanes lo ha podido atajar.
Se rezaba de comunidad el rosario de Nuestra Señora, y en la novena se añadió leccion espiritual todos los dias y pláticas, para disponer la gente á que se confesasen y comulgasen, como lo hicieron al fin de ella todos con mucha piedad.
Pero nuestro joven no se dejó abatir por estas nubecillas tan frecuentes entre enamorados y continuó bloqueando, unas veces por medio de pláticas eruditas y otras con actitudes lánguidas y románticas, la carita redonda y los tres mil duros de renta de la inquieta damisela.
En estas pláticas se entretuvieron el caballero andante y el mal andante escudero, hasta que llegaron donde, ya apeados, los aguardaban el cura, el canónigo y el barbero.
Palabra del Dia
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