Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de julio de 2025
Ana pensaba también en su Quintanar. Todo aquello era por él, cierto; era preciso agarrarse a la piedad para conservar el honor, pero ¿no había otra manera de ser piadosa? ¿No había sido un arrebato de locura aquella promesa? ¿No iba a estar en ridículo aquel marido que tenía que ver a su esposa descalza, vestida de morado, pisando el lodo de todas las calles de la Encimada, dándose en espectáculo a la malicia, a la envidia, a todos los pecados capitales, que contemplarían desde aceras y balcones aquel cuadro vivo que ella iba a representar?
Yo te haré alguna seña con disimulo: de este modo irás siempre pisando en firme.... Todavía, antes de llegar a la puerta de la casa de Calderón, tuvo tiempo Castro para ampliar con otros valiosos datos esta gallarda muestra de su talento didascálico.
El no era jugador, y sólo su interés por algunas mujeres le había hecho pasar las noches en esta sociedad elegante, que, como muchas de su clase, no era mas que un garito. Los salones resultaban pequeños después de media noche; se caminaba pisando colas de vestidos femeninos; había que valerse de hábiles deslizamientos para pasar entre los grupos.
Yo, entonces, con el abanico en la mano, pisando sutilmente con la punta de las babuchas de satín las calles enarenadas del jardín, iba a entreabrir la puerta del «Reposo discreto»: ¿Mimí? Y la voz de la generala respondía, suave como un beso: «All right...» ¡Qué linda estaba vestida de dama china!
No se le ocultaba la intención que guiaba a su señoría al combatir aquel presupuesto. Sobre este punto tenía él ideas particulares y propias. «Yo entiendo que su señoría, proponiendo economías, busca también combatir las instituciones religiosas, de las que es enemigo». Y al llegar a este punto Rafael se lanzó en loca carrera, pisando terreno firme y conocido.
En Nueva York permanecí aún una semana, y por fin, a bordo del Labrador, después de un viaje agradable, llegué al Havre, pisando tierra europea, justo un año después de haberme embarcado en Saint-Nazaire con rumbo a las costas septentrionales del continente sudamericano. En mi larga narración he tenido que describir países, costumbres y aspectos sociales.
Sélo yo de expiriencia, porque de algunas he salido manteado, y de otras molido; pero, con todo eso, es linda cosa esperar los sucesos atravesando montes, escudriñando selvas, pisando peñas, visitando castillos, alojando en ventas a toda discreción, sin pagar, ofrecido sea al diablo, el maravedí.
Unas veces aquí, otras en la provincia de Alicante, después por cerca de Albacete: siempre nos iban pisando los talones; pero nosotros, francés que pillábamos lo hacíamos polvo. Aún me parece que los veo: «¡Musiú... pardón!» Y yo, ¡zas, zas! bayonetazo limpio.
Olvidado siempre de sus piernas, o equivocado sobre su valor intrínseco, avanzó hacia la puerta pisando muy fuerte, la abrió y gritó como un trueno: ¡Doña Tula! ¡doña Tula! Al instante se oyó una vocecita lejana: ¿Qué se ofrece, don Oscar? Tenga usted la bondad de venir un instante volvió a decir el cíclope-enano. En seguidita.
Había en la explanada del Rompeolas dos grandes redes puestas a secar, y para no estropearlas pisando encima, me fui hacia el borde del malecón. Iba marchando de prisa, silbando, cuando de repente dos hombres se lanzaron sobre mí, me agarraron, y antes de que pudiera gritar me taparon la boca y me ataron los brazos. Creí que me querían tirar al agua, y mis pensamientos se reconcentraron en Mary.
Palabra del Dia
Otros Mirando