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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Los carabineros y guardianes se llamaban y agrupaban para dar una batida en la obscuridad, marchando hacia el lugar donde había sonado el tiroteo. ¡Que quiten la plancha! ordenó Ferragut. El piloto dió ayuda á tres marineros que acababan de acudir, retirando apresuradamente la pasarela. Luego amenazó al perro para que cesase de aullar.

Lo peor que puede suceder es que el camino que dicho piloto supone único, no lo sea, sino que haya dos ó tres. Nada quiere decir esto, pues se reduce á tomarlos todos, cuyo costo es muy inferior á la adquicion de tantas ventajas.

¿Y no encontraremos en tierra tribus hostiles? La Nueva Guinea es grande, Cornelio, y no está muy poblada. No es probable que tropecemos con enemigos. ¿Se nos acercan, Horn? Creo que no respondió el piloto, que no perdía de vista las piraguas . Corren mucho; pero no nos ganan terreno por ahora. ¡Vosotros atended a las velas, y dejadme a el cuidado de dirigir la chalupa!

El Capitán les indicó, con un ademán de desesperación, las ramas esparcidas por el suelo. ¡Ah, ladrones! rugió Cornelio, pálido de ira. ¡Estamos perdidos! exclamó el piloto. En efecto, la chalupa ya no estaba allí. Aunque había sido perfectamente escondida entre las yerbas y luego recubierta de ramas y de hojas, o los piratas o sus enemigos la habían encontrado y se la habían llevado.

Ugarte, por lo que dijo, había vivido en Filipinas, y estaba aburrido de aquello y quería marcharse a América. Tristán, el antiguo, se encontraba muy cambiado; tenía una cicatriz reciente, roja aún, en la cara, que le cogía desde la ceja de un lado hasta la comisura de la boca del otro, cortándole el labio superior. Nuestro antiguo piloto bebía el brandy como si fuera agua.

Fray Alonso de Badajoz, prior del convento de San Agustín; fray Andrés de la Cruz, fray Rodrigo de Rocha, prior de Córdoba, y fray José Piloto, doctor en teología, reuniéronse en el día 22 de Julio de 1536, y se dirigieron en busca del Provincial de la orden agustina, fray Juan de las Casas.

Con esto no podía contar yo, racionalmente, al venir a Villavieja; y mucho menos con que el incansable guía, el andarín entusiasta de la Naturaleza, y el pintor y el diestro piloto, y el dueño del hermoso yacht, y el aficionado a la buena música, estuvieran reunidos en una sola persona, un mozo que no pasará de veintiocho años.

¡Dejadme ir a tierra! exclamaba el pobre Capitán, mesándose el cabello . ¡Dejad que vaya a vengar a mi tripulación! ¿Para haceros matar, señor? respondía el viejo piloto . No; hemos hecho todo lo posible por salvarlos, y no debéis seguir exponiendo vuestra vida ni la de vuestros sobrinos.

Por el cura Fernández se enteró D. Juan Fresco, en quien influyó mucho el relato de las peregrinaciones y lances de fortuna de D. Fadrique para que se hiciese piloto y siguiese en todo sus huellas. Recogiendo y ordenando yo ahora las esparcidas y vagas noticias, las apuntaré aquí en resumen. D. Fadrique estuvo poco tiempo en el Colegio, donde mostró grande disposición para el estudio.

¿Quién va? pregunté. Soy yo, Allen. Vengo con Sam Cooper, el contramaestre, y con Tommy, que quieren hablar con el piloto. Esperad un momento. Desperté a Tristán, que se echó de la hamaca y que mandó abrir inmediatamente. Por lo que contó Old Sam, portugueses y holandeses, sintiendo renacer sus odios, se batían a palos y a cuchilladas en la cubierta.

Palabra del Dia

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