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Doña Manuela echaba mano á la libreta para recordar los semestres que Pimentó llevaba atrasados.... «Venía á pagar, ¿eh?...» Y el socarrón, al oir la pregunta de la señora de Pajares, siempre contestaba lo mismo: «No, señora; no podía pagar porque estaba sin un cuarto. Sabía que con esto se acreditaba de pillo.

Era el condiscipulo Juanito Pelaez, el barbero ó favorito de los profesores, pillo y malo como él solo, de mirada picaresca y sonrisa de truhan.

Aquí va á ir de pillo á pillo. Puede usté decirle que traiga el reló, pero firmando un papel. ¡Á ver, á ver! ... murmuraron sus convecinos, llenos de curiosidad. Escriba usté, secretario dijo á éste el alcalde; que la cosa tiene que ver. Dite usté, tío Merlín.

Trataba a su mujer con un cariño tal, que... vamos, se le tomaría por enamorado. Sólo allí, de aquella puerta para adentro, se descubrían las trastadas; sólo ella, fundándose en datos negativos, podía destruir la aureola que el público y la familia ponían al glorioso Delfín. Decía su mamá que era el marido modelo. ¡Valiente pillo!

Y el muy pillo silabeaba en el oído de su mamá estas palabras más tenues que el aleteo de una mosca: Dice papá que yo salgo a ti, qué soy un loco. Con terror vio la ingeniosa señora que pasaban uno tras otro los días de la segunda quincena de Agosto, porque, según todas las señales, tras ellos debían venir los primeros de Setiembre.

No, Cupido del demonio: fuera guitarras. ¡Qué cosas se te ocurren! Lo que importa es prestar auxilio a esas señoras. Ya ves, ¡si ocurriera una desgracia!... El barbero, atajado en su proyecto novelesco fijó sus ojos en Rafael. te interesas también por la ilustre artista... ¡Ah pillo! También te ha dado golpe por guapa... Pero ya recuerdo; la has visto: me lo dijo ella.

Yo deseo, Isidro siguió gimoteando el señor José , que en este asunto hagas lo que puedas. Ciertamente, no lo que quiero. No te pido que lo saques de allí; aunque esto pudiera ser, yo me opondría. Que se pudra en la cárcel, que se muera... ¡por pillo! Pero tras estas palabras enérgicas, reaparecía el padre. Quiero continuó con dulzura que vayas a verle.

Baja al portal, que un pillo ha tirado una pedrada al farol, y lo ha roto. ¡Pero, don Manuel, si no son más que las dos! ¿Se quiere usted llevar ya a las niñas, y aun no hemos roto la piñata? Aquella noche estaba rejuvenecido el buen señor. Gozaba por todos los jóvenes, como los místicos gozan en una comunión general.

¡Vamos, Jacobito!... ¡Si conoceré yo a los cojos en el modo de andar!... Te digo... ¡Si sabré yo el lino que cardo, Jacobito!... Creo lo que quieras, pero yo... ¿Si querrán los pollos engañar a los recoveros?, pichón dorado... Mira niño: ni tienes vergüenza, ni yo tampoco; pero para ser pillo, lo primero que se necesita es talento, y cuando vas, ya estoy yo de vuelta. ¿Estamos?...

843 Y con tanta medecina me parecía que sanaba; por momentos se aliviaba un poco mi padecer, mas si a la viuda encontraba, volvia la pasión a arder. 844 Otra vez que consulté su saber estrordinario, recibió bien su salario, y me recetó aquel pillo que me colgase tres grillos ensartaos como rosario.