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A la mano derecha deste seminario andante estaba un grande edificio, a manera de templo sin altar, y en medio dél, una pila grande de piedra, llena de libros de caballerías y novelas , y alrededor, muchos muchachos de diez a diez y siete años y algunas doncelluelas de la misma edad, y cada uno y cada una con su padrino al lado, y don Cleofás le preguntó a su compañero que le dijese qué era esto, que todo le parecía que lo iba soñando.

Los alguaciles, los tenientes y otros religiosos le mostraron todos a un tiempo la pila de leña preparada para el suplicio. Ella volvió a menear del mismo modo la cabeza. Entonces, el dominico, asiéndola de los hombros, la empujó hacia el verdugo.

Al fin Adriana misma aparecía, mojaba los dedos en la pila del agua bendita, se persignaba; su semblante no perdía la dulce naturalidad de la expresión. Su andar era suave, su silueta pasaba entre la silenciosa concurrencia arrodillada. Muñoz aspiraba largamente la impresión que recibía en el alma; y era como un desvanecimiento de su ser, una blandura para todos sus sentidos.

Lo único que en este negocio la apesadumbraba era que no hubiese sido el indio su catecúmeno, porque ella le hubiera convertido mejor que el padre jesuita, y no le hubiera dado en la pila bautismal un nombre tan feo como el de Isidoro.

En este zaguán ó patio de apeadero hay un pilón de material para dar agua al ganado de las caballerizas con su caño de bronce por donde recibe el agua sobrante de la pila del patio principal.

Ya los cadáveres de los otros ajusticiados ardían en montón sobre enorme pila incendiada, mientras las gentes del pueblo remolineaban en torno con los rostros iluminados por el movedizo resplandor, y mostrándose entre las llamas los miembros humanos que el fuego retorcía y levantaba por instantes como si conservasen aún restos de vida y de sufrimiento.

Los discursos son originales y chispean de la gruesa sal gala; luego viene el bautismo que consiste en recibir sobre la cabeza una poca de agua sacada de una enorme pila de goma y sufrir un simulacro de afeite. Pero en seguida la cubierta se convierte en la azotea de nuestros antiguos cantones de carnaval. El agua corre a torrentes, los golpes se suceden, la algazara llega a su colmo.

Un poco más abajo volvió a detenerse. La puerta de un corral estaba de par en par. En medio había un pozo y una pila de piedra rebosando agua. El perro no vio a nadie y se decidió a entrar, pero al mismo tiempo salió un hombre de la cuadra con un garrote en la mano. El hombre, que sin duda tenía poco desarrollado el órgano de la caridad, se fué hacia el perro con el garrote levantado.

Por allí entra agora una fregona con un vestido alquilado, que la trae su ama a sacar de don, como de pila, para darla el tusón de las damas, porque le pague en esta moneda lo que le ha costado el crialla, y aun ella parece que se quiere volver al paño , según viene bruñida de esmeril.

Quedose, pues, sin título. Todos en el lugar dejaron de llamarla la marquesita, como la llamaban en vida de su padre, y la llamaron doña Luz, que era su nombre de pila. Doña Luz, como buena hija, lamentó y lloró mucho la muerte del marqués; pero su humilde y cristiana resignación era grande. Con el tiempo quedó doña Luz tranquila y consolada. Vivía en casa de D. Acisclo.