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Actualizado: 19 de junio de 2025


Una salva de aplausos le sacó de su meditacion. El telon acababa de levantarse y el alegre coro de campesinos de Corneville se presentaba á sus ojos, vestidos con sus gorros de algodon y pesados zuecos de madera en los piés.

Y no es eso lo peor, sino que si se le mete a su merced semejante chochera en la cabeza, lo ha de llevar a cabo. ¡Que no me diera un aire, que me dejase baldado de pies y piernas, siquiera por un mesAsí pensando, desahogó Momo su coraje, descargando un cruel varazo sobre las ancas de la pobre Golondrina. ¡Bárbaro! exclamó la abuela , ¿a qué la pagas con ese pobre animal?

Otro peligro tiene esa pesca, y es que en vez de la ballena, puede encontrarse uno con su mortal enemigo, el terror de los mares, el cachalote. No es enorme éste, pues sólo mide de sesenta á ochenta pies; su cabeza tiene de veinte á veinticinco, una tercera parte de la dimensión total. En tal caso, ¡ay del pescador! El es el que á su vez se convierte en pescado, siendo presa del monstruo.

Abrió los ojos, sus divinos ojos obscuros, encendidos otra vez con un sano fulgor de alegría, y vió cómo la luna, al través de los vidrios descubiertos, ponía a los pies de su cama una pálida alfombra de luz que iluminaba tímidamente toda la habitación.

Debe haber alguna persona del país, bastante cobarde y bastante miserable, para guiar al enemigo a nuestras espaldas y para entregarnos a él atados de pies y manos. ¡Oh, el bandido! exclamó Lorquin con voz colérica ; yo no soy malo, pero si el tal se pone a mi alcance, he de dejarle seco... ¡Arre, Bruno, arre!

El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, sólo tal vez turbio del humo de la artillería, parece que iba infundiendo y engendrando gusto súbito en todas las gentes. No podía imaginar Sancho cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían.

Yo estaba crispado de la cabeza a los pies. Hubiera deseado que el baile se prolongase indefinidamente, y formé propósito inmutable de escribir unas décimas describiéndolo, que por cierto se publicaron algunos meses después en La Moda Elegante: no si ustedes las habrán leído.

Despechado Memnon se va á palacio con un parche en el ojo y un memorial en la mano, pidiendo justicia al rey del fallido; y encuentra en una sala á muchas damas, todas como peonzas al reves, con elegantes tontillos de veinte piés de circunferencia, y batas de treinta de cola. Una que le conocia algo, dixo mirándole al soslayo: ¡Jesus, qué horror!

¡Ya han fondeado, ya han fondeado los buques! gritaban a nuestra alrededor. Vea, señor, le decía un negro a un caballero petizón, que en vano se empinaba para poder ver; vea, allí, allí y apuntaba con el dedo índice. ¿Adonde? ¿adonde? interrogaba el otro impaciente, parado sobre la punta de los pies.

Mira cómo se ha puesto los pies. Ya se ve.... Como tuvo que meterse entre las zarzas para coger a tu dichoso Lili. Nela, ven acá. La Nela, cuyo pie derecho estaba ensangrentado, se acercó cojeando. Dame al pobre Lili dijo Sofía, tomando el canino de manos de la vagabunda . No vayas a hacerle daño. ¿Te duele mucho? ¡Pobrecita! Eso no es nada. ¡Oh, cuánta sangre!... No puedo ver eso.

Palabra del Dia

rigoleto

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