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Actualizado: 4 de junio de 2025
La letra era tan poética como la música. Moreno había echado mano al bolsillo para sacar una peseta. Pues aquella noche se le representaron tan al vivo la muchacha ciega, su fealdad y su canto bonito, que creía estarla viendo y oyendo. La popular música revivió en su cerebro de tal modo, que la ilusión mejoraba la realidad.
Tomasa hablaba del niño del zapatero a los buenos señores del cabildo que después del coro se detenían un momento en el jardín. La oían distraídos, hundiendo su mano en la sotana. ¡Todo sea por Dios! ¡Cuánta miseria...! Y unos la daban diez céntimos, otros un real; hasta hubo quien llegó a dar una peseta.
Esa chica que acabo de saludar es sevillana y muy amiga de la que va a ser tu mamá... ¡muy romántica! ¡muy espiritual!... No tiene una peseta, ¿sabes?... Si va en coche, es porque la convidan las amigas... De eso hay mucho en Madrid, chico... ¡Te digo que a este caballo le han estropeado la boca! ¡Ese Pedro!... ¡ese Pedro!... No sé cómo tu padre se ha encaprichado por él... yo le había recomendado otro magnífico que había sido muchos años de Villamejor, pero no me ha hecho caso, y ha preferido ese bruto...
Comprendió que el mejor partido era no excitar su naturaleza indómita, esperar que la amistad o su mismo orgullo la impulsasen a la generosidad. Hizo un esfuerzo para reprimir sus ímpetus ante la mirada altiva y provocativa de su amiga y dijo con abatimiento: Pues sí, Clementina, te lo confieso. Tu marido tiene en su poder lo poco que poseo. Si lo pierdo me quedo sin una peseta.
Ahora me quedan cuatro peseta de á cinco, y ... uno, dos, tres ... y dos, cinco ... y uno, seis...; seis medios duros, que son.... Que son, que son...; teníamos antes noventa riales, que con las cuatro pesetas de á cinco hacen, hacen ... noventa, y luego veinte.... Si fueran diez serían ciento; ciento, y diez ... ciento diez.... Luego, seis medios duros, que son tres.
Por tres reales le daba cama de a peseta, y en obsequio a la excepcional decencia del parroquiano, por sólo un real de añadidura le dejaba tener su baúl en un cuartucho interior, donde, además, le permitía estar una hora todas las mañanas arreglándose la ropa, y acicalándose con sus lavatorios, cosméticos y manos de tinte.
Encuadernado, una peseta más. Encuadernado lujosamente, una peseta más. Epístola necrológica de D. Luis González Brabo; una peseta. El Palacio de la verdad: comedia en tres actos; 2 pesetas. Guerra a la guerra: dolora dramática; una peseta. Díes Iræ: drama en un acto; una peseta. Cuerdos y locos: comedia en tres actos; 2 pesetas. El honor: comedia en tres actos; 2 pesetas.
Había traído un pintor de la ciudad, manteniéndolo allí más de una semana, y este capricho de magnate protector de las artes le había costado, según declaraba él, unos cinco duros, peseta más que menos. Bien era verdad que no podía volverse la vista á ningún lado sin tropezar con alguna obra maestra, cuyos rabiosos colores parecían alegrar á los parroquianos, animándoles á beber.
Ya debemos cinco meses y de un día a otro nos pondrán los pocos trastos que tenemos en la calle... ¡Dios mío, Dios mío, qué va a ser de nosotros! ¡Vaya por Dios! ¡Infeliz mujer! exclamó Visita por lo bajo. Cirilo sacó una moneda del bolsillo y se la entregó. ¿Qué le has dado? le preguntó su esposa al oído. Una peseta. Dale más. Sacó un duro y se lo dio. ¿Qué le has dado? Un duro. Dale más.
Pero no saltaron más que dos horquillas, y algunos pedacitos de carbón. «No tenier más». Siguió parloteando el ciego, y por las explicaciones que le dio del carácter y costumbres de la mujerona, pudo comprender que si se hubieran encontrado a esta en estado de normal despejo, les habría dado la peseta con sólo pedirla.
Palabra del Dia
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