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Actualizado: 18 de junio de 2025


Con el mapa á la vista fué siguiendo sus explicaciones, hasta conocer la sección de terreno en que se había movido el regimiento de Julio. A la mañana siguiente reanudaron el viaje. Un soldado que había tomado parte en la batalla les servía de guía, sentado en el pescante, al lado del chauffeur. René consultaba de vez en cuando el mapa extendido sobre sus rodillas y hacía preguntas al soldado.

Vio al cochero levantarse en el pescante y castigar con todas sus fuerzas a los caballos, sin que éstos aceleraran su marcha ni se oyera tampoco el chasquido del látigo. Procuraba Adriana, vanamente, recordar las circunstancias en que sin duda desistiera de casarse con Muñoz.

Al parecer, D. Marcelino estaba á la puerta de la tienda, y cuando llegó el carruaje él mismo paró los caballos. Dentro venía el señor conde, la señora condesa y en el pescante dos criados de uniforme.

La indita de saya azul da a gustar a la vaca mirona una de las tazas de coco abandonadas. Al pescante van Pedro y Adela: Lucía, menos contenta, a la imperial con Juan. Ya la casa de la finca, toda blanca, de techo encarnado, se ve a poca distancia.

Le gustaba lucirse los domingos en el pueblo; pero no le gustaba menos los días de labor marchar en el pescante por la carretera restallando el látigo, entrar en las ventas del camino, contar y oir historias y llevar encargos. La señora de Ohando y Catalina se los hacían con mucha frecuencia, y le recomendaban que les trajese de Francia telas, puntillas y algunas veces alhajas.

No hacia diez horas que nos habiamos comprado un sobretodo de goma, forrado de merino, y que podia usarse tanto para las lluvias como para servir de sobretodo. Llegamos al hotel de Buenavista; subimos; á poco notamos que el amigo se habia dejado el sobretodo en el pescante; el cochero no pareció por nuestro hotel, ni el sobretodo pareció tampoco por las oficinas de la policía.

Y como permaneciese de pie con la portezuela abierta esperando que la señora bajase, ésta le dijo con alguna impaciencia: Cierra, yo no salgo del coche. La sorpresa del lacayo fue mucho mayor. Habló en voz baja con el cochero, bajó éste del pescante, tomó otra vez la orden de la señora y se dispuso a cumplimentarla.

En cambio, les divertía mucho ver en Palacio la parada o estarse en Santa Cruz oyendo a los charlatanes perorar desde el pescante de un simón vendiendo grasa de león para quitar manchas o diciendo que tenían polvos para matar los insetos solitarios del estómago, que es el intestino donde se mete la comida. ¿Y el caudal de conocimientos que adquirieron?

Gritó el cochero desde el pescante. A Notre Dame, á Nuestra Señora, contesté desde dentro, é inmediatamente el carruaje comenzó su marcha. Hace media hora larga que atravesamos un verdadero laberinto de calles, unas espaciosas y claras, otras húmedas, estrechas y sombrías.

Un techo de pino acasetonado, con altos relieves en sus vanos, sostenido sobre un ancho friso de la escuela de Berruguete, así como una escalera de mármol con rica balaustrada del género gótico florido, parecían demandar otras paredes y otro pavimento, menos pobres, menos rudos; un enorme farol colgado del centro del techo, otro farol más pequeño pendiente de un pescante de hierro y que compartía su luz entre un nicho en que había un Ecce-homo de madera, de no mala ejecución, y un enorme escudo de armas tallado y pintado en madera; seis hachas de cera, sujetas á ambos lados en la balaustrada de la escalera, y otro farol pendiente del centro del techo de la escalera al fondo, eran las luces que iluminaban el zaguán, y dejaban ver las gentes que en él había.

Palabra del Dia

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