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Actualizado: 6 de julio de 2025
La cabeza, el pulmón, el estómago, se resienten de esa inclinación constante de la molendera, el cuerpo se deforma y hay otras mil consecuencias que el menos perspicaz conoce.
Perspicaz y desilusionado, comprobó con loable sinceridad: Es demasiado tarde, la cizaña ha crecido. Lucharé, pero no estoy seguro de la victoria. ¡Pobre María Teresa! ¡Pobre de mí! Pasó algunos días en una penosa alternativa no sabiendo qué hacer. Decididamente, en el matrimonio las cuestiones de dinero se aliaban mal con el amor.
No puede, es verdad, oponer datos á datos, reflexiones á reflexiones, cálculos á cálculos; pero el discernimiento, el tacto que le caracteriza, desenvueltos por la observacion, y por la experiencia, le estan diciendo con toda certeza, que muchos datos son imaginarios, que el cálculo es inexacto, que no se llevan en cuenta muchas eventualidades desgraciadas, no solo posibles sino muy probables; su ojeada perspicaz ha descubierto indicios de mala fe en algunos que intervienen en el negocio, su memoria bien provista de noticias sobre el comportamiento en otros asuntos anteriores, le guia para apreciar en su justo valor la inteligencia y la probidad, que tanto le ponderaba el proyectista.
Lorenzo Fréitas y algunos otros marinos que, a falta de catalejo, tenían muy perspicaz la vista, aseguraban haber columbrado en la costa de la izquierda vagar hombres salvajes y feroces de descomunal corpulencia. No vacilaban en conjeturar que el menor de dichos hombres era de tan colosal estatura, que de fijo el más alto de cuantos iban en la nave no le llegaría con la cabeza debajo del brazo.
Era, no obstante, tan sigiloso y tan reservado que nadie, ni el mismo Padre Ambrosio, descubría los cambios que iban realizándose en el fondo de aquel alma, aunque el Padre Ambrosio visitaba a menudo a Fray Miguel y era perspicaz zahorí de los pensamientos ajenos.
La perspicaz mujer vio el porvenir, oyó hablar del gran proyecto de Bravo Murillo, como de una cosa que ella había sentido en su alma. Por fin Madrid, dentro de algunos años, iba a tener raudales de agua distribuidos en las calles y plazas, y adquiriría la costumbre de lavarse, por lo menos, la cara y las manos. Lavadas estas partes, se lavaría después otras.
Era no menos que montero de Espinosa del rey. A pesar de la ruda franqueza de su semblante, de formas pronunciadas y de grandes ojos negros, se comprendía en aquellos ojos que era astuto, perspicaz, y sobre todo arrojado y valiente, sin dejarse de notar por eso en ellos ciertas chispas de prudencia; vestía una especie de coleto verde galoneado de oro; en vez de daga llevaba á la cintura un largo puñal, al costado una formidable espada de gavilanes, calzas de grana, zapatos de gamuza, y sobre todo esto, una especie de loba ó sobretodo, ancho, con honores de capa.
Esos cambios de papeles entre la Reina y Ninias, y ese juego mágico que es su consecuencia, con sus disfraces y cambios, pueden llamarse cómicos, si se tiene cuidado en añadir que las escenas cómicas son de lo más ingenioso que se ha escrito jamás, y que, en las vicisitudes de estos suplicantes agradecidos y favoritos, se revela el espíritu de observación más profunda y la sabiduría más perspicaz.» K. Immermann.
Juno tocó diez veces seguidas el último pensamiento de Weber u otro aburrimiento por el estilo, indicio en ella de gran preocupación, mientras que mi tío nos observaba de un modo perspicaz y burlón. El señor de Kerveloch vino a almorzar al Pavol al siguiente día; tres después pedía la mano de Blanca, y apenas habían pasado dos semanas de esto, cuando yo escribía al cura.
El desgraciado Felipe IV, tan miope para los errores de su política como perspicaz para el decaimiento de la fé religiosa, atribuyendo sus reveses á la falta de devocion hácia el Arcángel S. Miguel, deseaba que se le hiciesen demostraciones públicas de afectuoso culto, y que se le admitiese por patrono del reino.
Palabra del Dia
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