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Actualizado: 6 de julio de 2025
No seas tonto: no lo digo por motejarte. Lo digo para darme tono de perspicaz. Pero hablemos con franqueza: mi jactancia es inmotivada. Yo sé punto por punto el progreso de tus amores con Pepita, desde hace más de dos meses; pero lo sé porque tu tío el deán, a quien escribías tus impresiones, me lo ha participado todo.
El cochero pareció quedar satisfecho de su examen: entre las ricas pieles que forraban el abrigo del viajero, había descubierto su vista perspicaz lo que basta para constituir un gran personaje a los ojos del vulgo parisiense: asomaba una cintita amarilla y blanca por el ojal de su americana. ¡Il était decoré!...
Temía que su mujer descubriese con ojo perspicaz el matute que él encerraba en su cintura. La maldita parecía que olía la plata. Por eso estaba tan azorado y no se daba por seguro en ninguna posición, creyendo que al través de la ropa se le iba a ver la moneda. Durante la cena estuvieron todos muy alegres; tiempo hacía que no habían cenado tan bien.
Hermano Mohamad respondió sosegadamente Ben-Farding , no te ahumes ni montes tan pronto en cólera: éste es el poder de la hermosura que arrebata hasta a los mismos seres subterráneos como yo, y enloquece a la misma locura; vista perspicaz de neblí has tenido para divisar y coger tan presto presa tan deliciosa, hermano Mohamad. ¡Es tan tierna!
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono; pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal, y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes.
Muestra este Escritor ingenio perspicaz y vivo, imaginacion abundante y acalorada, el juicio desigual; pues dado que en algunas cosas es firme, en muchas otras y mas principales es floxo y sin fuerza. Así como no hay hombre tan malo en quien no se halle alguna cosa buena, del mismo modo no hay Escritor por disparatado que sea, que no haya dicho alguna verdad, y esto le sucede á Mr.
A cuyo propósito deberán los fuertes proveerse de la correspondiente tropa y armas; á que podrá contribuir en gran manera la guarnicion destinada á la isla de Juan Fernandez, en el caso de que se disponga su translacion, como oportunamente lo ha propuesto el capitan D. Manuel de Orejuela, cuyas producciones en cuanto á estos puntos, reproduce el Fiscal enteramente, para que V.S. haga de ellas el uso que su perspicaz penetracion y consumada pericia militar tuviese, por mas acertado y conveniente.
Sólo examinando los documentos relativos á la vida de Lope de Vega, que acaso existan en las bibliotecas y archivos de España, se desvanecerán ciertas dudas y se llenarán las lagunas que se observan, sobre todo si algún español, tan laborioso y perspicaz como Navarrete, hace por Lope de Vega lo que él hizo por Cervantes.
Le es indispensable la vista perspicaz del lince, para conocer en la cara del que ha de disponer, lo que él debe poner; el oído del jabalí para barruntar el runrún de la asonada; se ha de hacer, como el topo, el mortecino, mientras pasa la tormenta; ha de saber andar cuando va delante con el paso de la tortuga, tan menudo y lento que nadie se lo note, que no hay cosa que más espante que el ver andar al periodista; ha de saber, como el cangrejo, desandar lo andado, cuando lo ha andado demás, y como esas veces ha de irse sesgando por entre las matas a guisa de serpiente; ha de mudar de camisa en tiempo y lugar como la culebra; ha de tener cabeza fuerte como el buey, y cierta amable inconsecuencia con la mujer; ha de estar en contínua atalaya como el ciervo, y dispuesto como la sanguijuela a recibir el tijeretazo del mismo a quien salva la vida; ha de ser, como el músico, inteligente en las fugas, y no ha de cantar de contralto más que escriba con trabajo; y a todo, en fin, ha de poner cara de risa como la mona.
Su esposo le dobla la edad: no tienen hijos, y con esto se completa la pintura, en la cual pone Clarín todo su arte, su observación más perspicaz y su conocimiento de los escondrijos y revueltas del alma humana.
Palabra del Dia
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