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Actualizado: 28 de junio de 2025


Al llegar aquí en su meditación, acercósele un sujeto de baja estatura, con luenga capa que casi le arrastraba, rechoncho, como de sesenta años, de dulce mirar, la barba cana y recortada, vestido con desaliño; y poniéndole en la mano una perra grande, que sacó de un cartucho que sin duda destinaba a las limosnas del día, le dijo: «No te la esperabas hoy: di la verdad. ¡Con este día!...

Queréis emplearme por segunda vez como instrumento estúpido de vuestro espionaje. «El capitán Ferragut es un tonto enamorado os habéis dicho . No hay mas que hacer un llamamiento á su caballerosidad...» Y quieres vivir conmigo, tal vez acompañarme en los viajes, seguir mi existencia, para revelar mis secretos á tus compatriotas y que aparezca yo de nuevo como un traidor. ¡Ah, perra!...

El vendedor permanecía inmóvil en una silla rota, sin prestar gran atención a las moscas que revoloteaban en torno de sus labios; y más para espantarlas que para atraer al público, gritaba de tarde en tarde: «¡A perra chica... a perra chica la piezaLo que más abundaba en los puestos era la ferretería vieja y rojiza por el óxido.

La vanidad de Platón cayó de golpe cuando más se remontaba, y no encontrando aplicación adecuada a su personalidad, se estrelló en la conciencia de su estolidez. «Yo... para tirar de un carromato pensó . Después dejó caer la varonil y gallarda cabeza sobre el pecho y estuvo meditando un rato sobre el por qué de su perra suerte.

Ya tienes otro siete en los calzones que te remendé ayer. ¿Qué has hecho de la perra gorda? ¿Te has comprado más caramelos en la cantina?... Pero mire usted, don Isidro, ¡qué sucio y qué hermoso! ¡Guarro!... ¡Cochinote!... ¡Ham!... ¡ham! Deja que te muerda esos hocicos de cerdo de leche.

Castizo, correcto, parece que buscara los trances más difíciles de la sintaxis, como para probar que los tesoros del español son inagotables. ¡Qué galana facilidad y qué facilidad de pincel! Sus versos quedan en la memoria, y siempre su recuerdo trae una sonrisa. Quién que haya leído El Cazador y la Perrilla, no verá siempre aquella perra enteca, flaca, que

Tambien á verte yo, mi caro Aurelio, Es el remedio de mis graves penas. Abrazanse y salen sus amos. Perra, esto se sufre ante mis ojos? Falso, traidor, esclavo con la esclava? No, no, señor, no tiene culpa Aurelio, Que al fin es hombre, sino aquesta perra esclava. La esclava no, señora, este malvado, Forzador, inventor de mil embustes, Tiene la culpa destas desverguenzas.

Aquel verle en su trono colocado, Y ahora por el suelo derrocado. Maldita seas, Fortuna, loca, insana, Ingrata, desleal y fementida, Cruel, injusta, pérfida, profana, Invida, desleal, desconocida, Traidora, sin verdad, perra, tirana; Mudable, sin compas, descomedida; Seguid de la Señora sus preceptos Que mas tiene de aquestos epitetos.

Conforme: pero el infeliz que ha de ganarse el pan de este modo, bien puede quejarse de su perra suerte, si es que le queda cerebro para pensar.... ¡Y aun se extrañan algunos de que esta pobre gente no se muestre contenta, y crea que el mundo está mal arreglado y no es un modelo de dulzura!

Paseándose un dia junto á un bosquecillo, vió venir corriendo un eunuco de la reyna, acompañado de varios empleados de palacio: todos parecian llenos de zozobra, y corrian á todas partes como locos que andan buscando lo mas precioso que han perdido. Mancebo, le dixo el principal eunuco, ¿vísteis al perro de la reyna? Respondióle Zadig con modestia: Es perra que no perro.

Palabra del Dia

rigoleto

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