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Actualizado: 4 de julio de 2025
Antonio Pérez ocultó por conveniencia la verdad del caso; al Rey de Francia escribió «que le engañaban los que decían que gozaba pensión ni socorro de un franco de Rey ni Reina desde que salió de España, sino del pan que había comido de S. M. y de Madama su hermana.
Alojadle en la calle de Beaune, o en la de la Universidad, próximo a vuestro hotel. Dedicadle a un oficio menos peligroso para vos, o mejor, si queréis, pasadle una pequeña pensión sin darle ningún oficio: si trabaja, se fatiga y se expone. No conozco oficio alguno en que el hombre no exponga su piel ¡es tan fácil, por desgracia, un accidente!
Los portugueses y los españoles del otro mar habían encontrado nuevos derroteros, y las naves mallorquinas pudríanse en la inacción. Ya no había guerras con los piratas. La santa Orden de Malta sólo era una distinción honorífica. Un hermano de su padre, comendador en La Valette cuando Bonaparte conquistó la isla, había venido a morir a Palma con su pobre pensión de retirado.
Yo me fui a la Mancha con él, y mi hermanito se quedó aquí con una tía de mi madre. Pasado algún tiempo, mi tío el canónigo se olvidó de pagar la pensión. Es el mejor de los hombres; pero tiene unas rarezas...». Desde la mitad de esta relación, ya tenía Isidora que beberse las lágrimas entre palabra y palabra.
Quoy attendant Sa Maj. entend quil coutinne a estre payé de la pension de quatre mil escus par au quelle luy a accordée & quil en soit si bien assigné quil puisse tirer la commodité que Sa Maj. entend. Se presentant occasions & moyens de gratifier le Sr. Perez de la ds. somme Sa Maj. les embrassere volontiers.
«Dos meses de pensión han devengado ustedes ya, y ahora nos pondremos de acuerdo para las formalidades que han de llenarse, a fin de que uno y otro perciban desde luego...». Llegó a creer Ponte que hacía una rápida ascensión en globo, y se agarró con fuerza a los brazos del sillón, como el aeronauta a los bordes de la barquilla.
El gobierno ruso, para que el dinero quedase en el país, limitaba los envíos monetarios á los compatriotas residentes en el extranjero. ¡El zar sometiéndome á una pensión! decía asombrado el príncipe . ¡Mil ó dos mil francos al mes!... ¡Qué absurdo! Ya no reía.
«Cuando Antonio Pérez fué acogido en Francia por el Rey vuestro padre, y por atenuar su miseria le acordó pensión, deseando el extranjero acreditar el reconocimiento de los beneficios recibidos y ofrecer testimonio de que no por desgraciado era ingrato, dió al mismo Rey tres avisos que no son de poca consideración: ROMA, CONSEJO Y MAR. La advertencia del anciano español, consumado en asuntos de Estado, no ha de considerarse tanto por la autoridad del que lo daba, como por su propio peso.»
Caminaban tomadas del talle, lo mismo que si fuesen compañeras de pensión, y antes de que terminase la noche iban a tutearse, entusiasmadas por una amistad que consideraban eterna y databa de unas cuantas horas.
Y no se sonría usted, no hablo de mí que tengo mi pension aunque poca, muy poca para los servicios que prestó mi marido, pero hablo de otras que arrastran una existencia infeliz: no es justo que despues de tanta instancia para venir y despues de atravesar el mar, concluyan aquí por morirse de hambre... Lo que usted dice de los soldados será cierto, pero es el caso que cuento con más de tres años de país y no he visto á ninguno cojeando.
Palabra del Dia
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