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Dedicose a asistir por las casas desempeñando los oficios más bajos y penosos, traer agua o fregar suelos, llevar recados; lo único que era capaz de hacer, pues no tenía oficio alguno. Pero llegó un momento al parecer en que las fuerzas la abandonaron; su salud, cada día más vacilante, la iba dejando inútil para el trabajo. Fue despedida de algunas casas.

Esto lo consideré un triunfo de mi habilidad diplomática, porque, hasta cierto punto, poseía sobre ella una completa influencia, como que había sido su mejor amigo durante esos días tristes y penosos de sus años pasados. Pero cuando ya se trataba de un asunto que envolvía el honor de su padre, era enteramente impotente y nada conseguía.

Sin detenerse, la joven lanzó desde lo profundo de su alma, llena de pena y asco, estas palabras: «¡Qué odioso, qué soez, qué repugnante es el pueblo!». Capítulo IV El célebre Miquis Salvo algunas ligeras neuralgias de cabeza, Isidora gozaba de excelente salud. Tan sólo era molestada de frecuentes y penosos insomnios, que a veces la hacían pasar de claro en claro las noches.

§ III. Efectos fisiológicos y terapéuticos. =A.= Afecciones agudas, cólera. Los fenómenos febriles del carbon no pueden interpretarse ni en el sentido de una reaccion legítima, ni el de la ataxia, pues llevan en el carácter de la astenia. El frio y el enfriamiento son largos y penosos; sobrevienen despues del sudor, hay digitaciones y azulamiento de los dedos de las manos con sed ardiente.

La condesa de Pópoli habíase interrumpido más de una vez durante su largo relato, y más de una vez abundantes lágrimas corrieron por sus pálidas mejillas, manifestando a sus jóvenes amigos el dolor que experimentaba con tan penosos recuerdos.

La libertad política, aplicación al gobierno del más bello de los atributos del hombre, es el ideal de los Estados. ¡Pero qué penosos son los primeros días de práctica! ¡Como nos aturde y desespera el primer ensayo de esta máquina! "El mayor inconveniente es la impaciencia.

Había pasado todo el día sumida en profunda tristeza, llorando á ratos amargamente, haciendo, sin embargo, penosos esfuerzos por mostrarse serena á fin de no aumentar el dolor de la buena Felicia que estaba inconsolable. Lo que más contristaba á la zagala era que ésta perdiera aquella confianza maternal para tratarla y reprenderla.

El pozo, después de una semana de descensos y penosos acarreos, quedó limpio de todas las piedras y la basura con que la pillería huertana lo había atiborrado durante diez años, y otra vez su agua limpia y fresca volvió á subir en musgoso pozal, con alegres chirridos de la garrucha, que parecía reirse de las gentes del contorno con una estridente carcajada de vieja maliciosa.

Inmediatamente cundió por el comedor el olor fétido de la carne de cisne... Los curiosos se llevaron los pañuelos a las narices, al menos, aquellos que tenían pañuelos... Juanillo ensayó cortar un alón con el trinchante, inútilmente: la negra carne parecía madera... El capataz se adelantó entonces ofreciéndole su facón, que, recién afilado, cortaba como navaja de afeitar... Con él, a costa de penosos esfuerzos, consiguió Juanillo servirse una ración que apenas cabía en el plato...

La aparición de una mujercilla débil y pálida pareció animar con una ráfaga de penosos recuerdos á toda la familia. Era Pepeta, la mujer de Pimentó. ¡Hasta esta venía!... Hubo en Batiste y su mujer un intento de rebelión; pero su voluntad no tenía fuerzas... ¿Para qué? Bien venida, y si entraba para gozarse en su desgracia, podía reir cuanto quisiera.