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Actualizado: 15 de julio de 2025
A estas interrogaciones que, al cabo, no me decido á formular, los ojos burlones y penetrantes de Sardou parecen responder: No se apure usted; no se inquiete usted; lo extraordinario no ha existido jamás. Schélling tiene razón: «Todo es uno y lo mismo.»
Al lado de ella, en una butaquita, estaba otra señora, que formaba contraste con ella; morena, delgada, menuda, de extraordinaria movilidad, lo mismo en sus ojillos penetrantes que en toda su figura. Era la marquesa de Alcudia, de la primer nobleza de España.
No sé qué edad puede tener nuestro viejo amigo; pero por muy lejos que se remonten mis recuerdos en lo pasado, lo hallo tal como lo he vuelto á ver: alto, seco, un poco agobiado, cabellos blancos, en desorden, ojos penetrantes, escondidos bajo mechones de cejas negras, y una fisonomía robusta y fina á la vez.
Más allá de donde estaba el silencioso monje, cuyos penetrantes ojos misteriosos estaban fijos en mí de una manera tan inquisitiva, se veían lejanos puntos obscuros, atravesados de trecho en trecho por rayos de luces multicolores que penetraban por alguna gran ventana, y mucho más allá colgaba del alto y abovedado techo la roja luz tenue de la lámpara del santuario.
Las fragantes flores del jardín exhalan en vano sus perfumes penetrantes: permanece insensible a las bellezas misteriosas de la noche, tan absorto está en sus pensamientos. Así es que, grande es su sobresalto, cuando un amigo, a quien no ha sentido aproximarse, exclama, golpeándole familiarmente en la espalda: ¡Y bien, Juan! ¿Por qué nos has dejado hace más de una hora? Para tomar aire.
Cerca de él una señora anciana, que era la madre de la esposa de Calderón, aunque mucho se diferenciaba de ella en el rostro y la figura: delgada al punto de no tener más que la piel sobre los huesos, morena, ojos hundidos y penetrantes, revelando en todos los rasgos de su fisonomía inteligencia y decisión. Hablando con ella está Pinedo, el inquilino del cuarto tercero.
Las demás muchachas que allí había, todas de más edad que Maximina, les echaban miradas penetrantes y comenzaban a murmurar de la persistencia con que el joven forastero se sentaba al lado de aquélla.
Trajo a su memoria, aquella bella fisonomía cansada y altanera, aquellos ojos penetrantes, sus mejillas limpias y sus largos bigotes caídos a lo tártaro. Sonriose a la idea de tomar a aquel personaje, terror de las jóvenes, bajo su protección maternal; pero acabó por decirse que nunca se atrevería a hacerlo.
Lacante fijó en mí sus ojillos grises y penetrantes y yo bajé la cabeza. Después siguió diciendo: Sí, ¿verdad? Más de uno lo juzga así, y cuando yo declare mis intenciones ya sé quiénes se pondrán en la fila... Pero solamente Elena decidirá. Al estrecharme la mano, me dijo: Esta niña merece ser dichosa. Lo será respondí maquinalmente.
Cerca de ellas, sentadas en el suelo, había un corro de cuatro mujerucas, las cuales cuchicheaban desaforadamente, dirigiendo miradas penetrantes á todos lados. Eran las sabias del lugar.
Palabra del Dia
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