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Los chorros afilados, o en láminas, o divididos en hilos penetrantes como agujas de hielo, atacan encarnizados con el áspero chirrido del acero. Rufete, que ya conocía el lugar y la maquinaria, se defendió con fiero instinto. Le embrazaron, oprimiéndole en fuerte anilla horizontal de hierro sujeta a la pared, y allí, sin defensa posible, desnudo, recibió la acometida.

No fue mejor la impresión que hizo a Lacante la vista de Elena, que estaba de pie delante de , cortada y confusa, esperando una palabra de bienvenida mientras la examinaban los penetrantes ojillos de aquel buen señor gordo y calvo, cuyos labios sinuosos se torcían en una risita nerviosa. Es Elena le dije presentándosela. Lacante le ofreció la mano.

Al principio, de una manera descuidada, como hombre acostumbrado á dirigirlas principalmente dentro de mismo, y para quien las cosas externas son asunto de poca monta, á menos que no se relacionen con algo que preocupe su espíritu. Pronto, sin embargo, las miradas se volvieron fijas y penetrantes.

La que había herido al tabernero estaba en el suelo ensangrentada. Mientras unos recriminaban al asesino, otros atendían al herido. Eladia exhalaba penetrantes lamentos.

Ella se dejaba columpiar dentro de la blanda barquilla en aquel navegar aéreo de sus ensueños.... Y mientras los personajes de su fantasía se decían ternezas, ella les preparaba un suculento almuerzo en un jardín de fragancias purísimas y penetrantes. Ana aspiraba con placer voluptuoso los aromas ideales de sus visiones turgentes.

Un ligero movimiento de la mano me indicó que despertaba, y me levanté prontamente por miedo de disgustarlo. Fijó entonces en sus ojos penetrantes y me dijo con una semisonrisa en los pobres labios quemados por la fiebre: ¿Por qué interrumpes tus oraciones cuando te miro? ¿Me tomas por un tirano? Ruega a Dios, si eso te consuela, hija mía; pero, entonces, no llores.

Matilde quiso ver las ropas y objetos de Laura, y ésta, por complacerla, se tomó la molestia de mostrárselos, sin notar las miradas penetrantes y codiciosas que aquélla posaba sobre ellos, ni la sonrisa de despecho que vagaba por sus labios.

En el puente grande de Manila, y entre cuatro y cinco de la mañana se oyen por todas partes, á todas distancias, y en todas direcciones, miles de penetrantes trompetas, pareciéndose á un cordón de señales que pasa de boca en boca, desde el pueblo de Bangui en Ilocos Norte, hasta el de Matnog, situado en la punta Sur de Albay.

El gabinete era un nido tibio y hermoso, lleno de perfumes penetrantes; contiguo a él, separada por columnas doradas de madera y por una cortina de damasco azul, estaba la alcoba.

En cuanto al español, le creo un don Quijote, protector de desvalidos, con sus ribetes de San Martín, que partía su capa con los pobres: esto, unido a su talante altanero, a sus miradas firmes y penetrantes como alambres, y a su rostro pálido y descolorido, a manera de paisaje en noche de luna, forma también un conjunto perfectamente español.