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Actualizado: 25 de junio de 2025


Despues de las seis de la tarde es muy imprudente aventurarse á recorrer solo los alderredores de Valencia; y no porque estén plagados de ladrones y asesinos, como han dicho, exagerando mucho, algunos viajeros, sino porque es muy fácil tener una pendencia con un truhan de navaja lista y humor muy despuntado, que termine por un drama sangriento, ó cuando ménos por un chaparron de garrotazos.

Clara miró al militar con expresión de gran asombro; y como si la pregunta fuera una revelación, contestó: "¿Loco?..." Y después de una pausa, añadió encogiéndose de hombros: "No ." La curiosidad del militar creció. No lo tome usted á agravio; pero su conducta, sus palabras en aquella pendencia, lo sombrío de su aspecto, lo que ahora acaba de decir, me hacen creer que padece una enajenación.

Los que le rodeaban le tenían lástima. Desconociendo el motivo de la zaragata, cada cual decía lo que le parecía. «Sobre vino una pendencia». «No, cuestión de faldas; ¿verdad?». «¡Quita allá!, ¿pero no ves que es marica?». Las mujeres le miraban con más interés. «Tiene usted sangre en la frente» le dijo una. Era una rozadura de que el joven no se había dado cuenta.

Pasa la armada á la Natolia, y hecha la gente en el cabo de Artacio. Con el peligro de la pendencia entre Catalanes y Genoveses, advirtió Andronico los que pudieran suceder, por tener dentro de la Ciudad diferentes y varias naciones armadas, y ofendidas, que con ménos ocasion que la vez pasada vinieran sin duda á rompimiento.

Pero, viendo que el que tenía asido no se bullía ni meneaba, se dio a entender que estaba muerto, y que los que allí dentro estaban eran sus matadores; y con esta sospecha reforzó la voz, diciendo: ¡Ciérrese la puerta de la venta! ¡Miren no se vaya nadie, que han muerto aquí a un hombre! Esta voz sobresaltó a todos, y cada cual dejó la pendencia en el grado que le tomó la voz.

Los cuadrilleros, que no entendían el frasis de don Quijote, y se veían malparados de don Fernando, Cardenio y sus camaradas, no querían sosegarse; el barbero , porque en la pendencia tenía deshechas las barbas y el albarda; Sancho, a la más mínima voz de su amo, obedeció como buen criado; los cuatro criados de don Luis también se estuvieron quedos, viendo cuán poco les iba en no estarlo.

Estaba el vizcaíno tan turbado que no podía responder palabra, y él lo pasara mal, según estaba ciego don Quijote, si las señoras del coche, que hasta entonces con gran desmayo habían mirado la pendencia, no fueran adonde estaba y le pidieran con mucho encarecimiento les hiciese tan gran merced y favor de perdonar la vida a aquel su escudero.

Sancho, que se vio acometer tan de improviso y oyó los vituperios que le decían, con la una mano asió de la albarda, y con la otra dio un mojicón al barbero que le bañó los dientes en sangre; pero no por esto dejó el barbero la presa que tenía hecha en el albarda; antes, alzó la voz de tal manera que todos los de la venta acudieron al ruido y pendencia, y decía: ¡Aquí del rey y de la justicia, que, sobre cobrar mi hacienda, me quiere matar este ladrón salteador de caminos!

-Sosegaos, hombre de bien -dijo Sancho-, y contadme qué es la causa desta pendencia, que yo soy el gobernador. El otro contrario dijo: -Señor gobernador, yo la diré con toda brevedad.

Andronico de las ventanas de su Palacio atento y con gusto miraba la pendencia cuando los Genoveses levemente fueron mal tratados, y algunos muertos, y con palabras mostró su ánimo mal afecto contra ellos; pero cuando vió que los Almugavares con su acostumbrado rigor iban degollando cuanto se les ponia delante, temió que todos los Genoveses de Constantinopla no muriesen aquel dia; cosa peligrosa para su conservacion, porque dependia de ellos la paz de su Imperio.

Palabra del Dia

vorsado

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