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Actualizado: 9 de octubre de 2025


Parece que este monarca, muy joven aún, tenía la memoria muy flaca en materia de deudas, puesto que el cabildo pensó acudir a la justicia para reclamar el pago de la contraída. Pero ¿dónde estaba un escribano bastante valiente para presentarse a don Pedro con una notificación en la mano? Era necesario para esto un escribano Cid, o Pelayo, como no suele haberlos en el mundo.

Menéndez Pelayo, a quien es tan grato como forzoso consultar en todo lo que se refiere a la historia de la cultura española, sintetiza en estas palabras la significación de los artistas de aquel período.

PELAYO. No haré. Que ya me conoce el sueño. SANCHO. Yo saldré cuando del alba Pida albricias el lucero; Mas no me las pida a , Si me ha de quitar mi cielo. PELAYO. ¿Sabes qué pareceré Mientras estás allá dentro? Mula de doctor, que está Tascando a la puerta el freno. SANCHO. Llamemos. PELAYO. Apostaré Que está por el agujero De la llave Elvira atenta. SANCHO. Llego, y llamo. Sale NU

Allende el Océano Veremos a Rizal en Barcelona Sobre una mesa del "Café Pelayo" Mirarnos de soslayo, y con, medida artística segura y sonrisa burlona, En el mármol hermoso, muy pulido, Una caricatura Haciendo, pronto, igual y de corrido. y allí nos señalaba, Con rayas y con puntos Cada uno y todos juntos, Y caracterizaba Nuestras tendencias siempre juveniles En el loco correr de los Abriles.

SANCHO. Obligada llevo el alma Y la lengua, gran señor, Para tu eterna alabanza. FELIC. En fin, vos, ¿no os casaréis? PELAYO. Yo, señora, me casaba Con la novia deste mozo, Que es una lumpia zagala, Si la hay en toda Galicia; Supo que puercos guardaba, Y desechóme por puerco. FELIC. Id con Dios, que no se engaña. PELAYO. Todos guardamos, señora, Lo que... FELIC. ¿Qué?

Insistí en que lo averiguásemos, y acercándonos a él, Serrano le sacudió levemente: Oiga V..... ¿es V. D. Pelayo del Castillo? El mendigo se incorporó lentamente y restregándose los ojos y abriéndolos con dificultad a causa de la gran irritación de los párpados, contestó mal humorado: No señor, yo no soy ese Pelayo del Castillo. Serrano se quedó un instante suspenso.

No hace todavía dos años que pasando por la Carrera de San Jerónimo di con un amigo periodista, que me dijo al tiempo de saludarme: Vaya usted por la calle de Sevilla y verá V. a Pelayo del Castillo acostado en la acera.

SANCHO. No, señor; Que en dos rocines venimos Pelayo y yo. PELAYO. Y los cortimos Como el viento, y aun mijor. Verdad es que tiene el mío Unas mañas no muy buenas: Déjase subir apenas, Echase en arena o río, Corre como un maldiciente, Come más que un estudiante, Y en viendo un mesón delante, O se entra o se para enfrente. REY. Buen hombre sois. PELAYO. Soy, en fin, Quien por vos su patria deja.

Palabra del Dia

mármor

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