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Actualizado: 9 de junio de 2025


PELAYO. ¿No ve que es resquiebro, y muestra Querer casarse conmigo? NU

Sirva de ejemplo de la última clase El postrer godo de España, cuya primera jornada describe la pasión del rey Rodrigo por la bella Florinda; la segunda, la muerte de este desdichado Monarca en la batalla del Guadalete, y la tercera, la restauración del reino cristiano por Pelayo.

El representante genuino de estos últimos, el más empedernido, el que gozaba de más notoriedad era Pelayo del Castillo, fallecido recientemente en el hospital. Este desgraciado fue víctima de su indolencia y de sus vicios, pero en parte también de las ideas dominantes en su tiempo acerca del papel que en el mundo debe el literato representar.

PELAYO. Sancho, tente; Que siempre es consejo sabio, Ni pleitos con poderosos, Ni amistades con criados. SANCHO. Volvámonos a León. PELAYO. Aquí los doblones traigo Que me dió el Rey; vamos luego. SANCHO. Diréle lo que ha pasado. ¡Ay, mi Elvira! ¡Quién te viera! Salid, suspiros, y en tanto Que vuelvo, decid que muero De amores. PELAYO. Camina, Sancho; Que éste no ha gozado a Elvira.

Por la noche fue Maximiliano al hotel de Feliciana, tercer piso en la calle de Pelayo, y al entrar, lo primero que vio... Es que junto a la puerta de entrada había un cuartito pequeño, que era donde moraba la huéspeda, y esta salía de su escondrijo cuando Rubín entraba.

Muchas circunstancias históricas, utilizadas en este drama, se refieren en el libro popular, que se titula Historia de la pérdida y restauración de España por Don Pelayo y D. García Jiménez de Aragón, que probablemente hubo de servir á Calderón para escribirlo; pero el poeta ha aprovechado, además, diversos romances populares y tradiciones católicas.

La capa bohemia supo las gallardías de Espronceda en su buena época romántica, antes de destrozar su leyenda con aquel fementido discurso sobre las lanas... Pelayo del Castillo, Eduardo del Palacio, Manuel Paso, Pedro Barrantes, sabían del encanto de la capa bohemia, que entre nosotros tiene también el desgaire de la capa manolesca. Y ¡Alejandro Sawa!...

También D. Manuel José Quintana, nacido en Madrid en 1772, demostró felices disposiciones para la tragedia en su Pelayo, que se distingue por la grandeza de sus ideas y por su dicción enérgica y perfecta. Téngase presente, no obstante, cuando hablamos del lenguaje de todas estas tragedias, que, en lo general, están escritas en yámbicos sueltos de cinco pies, sin rima alguna.

Fundándose en raíces de palabras, cuyos tallos nadie conoce, dicen algunos que el origen de la raza no va más allá de la primera colonia fenicia, y hay quien afirma que lo de Almendrilla viene de un enorme peñón, así llamado, que sobre la cabeza de los moros dejó caer un Tumbaga desde las fragosidades en que D. Pelayo rechazó a los hijos del África.

Sigue la versión de la Diana; pero, a juicio del señor Menéndez y Pelayo, conoce también la del Inventario, ya que hay en éste un breve episodio, suprimido en aquélla, que puede ser germen del tema de los amores de Narváez y Alara, asunto accesorio de esta comedia.

Palabra del Dia

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