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Actualizado: 9 de junio de 2025
D. ENR. Dejad las azagayas. SANCHO. A la pared, Pelayo, las arrima. PELAYO. Con pie derecho vayas. SANCHO. ¿Cuál es el Rey, señor? D. ENR. Aquel que arrima, La mano agora al pecho. SANCHO. Bien puede, de sus obras satisfecho. Pelayo, no te asombres. PELAYO. Mucho tienen los reyes del invierno Que hacen temblar los hombres. SANCHO. Señor... REY. Habla, sosiega.
SANCHO. ¿En torre está todavía? PELAYO. No importa, que vendrá presto Quien le haga... SANCHO. Advierte, Pelayo... PELAYO. Olvidéme de los dedos. JUANA. Nuño viene. Sale NU
CONDE. No ha quedado. Por despachar ninguno. D. ENR. Un labrador gallego he visto echado A esta puerta, y bien triste. REY. Pues ¿quién a ningún pobre la resiste? Id, Enrique de Lara, Y traedle vos mismo a mi presencia. Vase ENRIQUE. CONDE. ¡Virtud heroica y rara! Compasiva piedad, suma clemencia! ¡Oh ejemplo de los reyes, Divina observación de santas leyes! Salen ENRIQUE, SANCHO y PELAYO.
Los más hábiles y fervorosos defensores de la filosofía española han sido, a mi ver, don Gumersindo Laverde Ruiz, D. Nicomedes Martín Mateos, D. Francisco de Paula Canalejas, el padre Ceferino González y recientemente D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
Merchán da la prueba de tan aventurado aserto cuando asegura que no hay español que pueda engendrar en América un hijo que no reniegue de su casta y que no se rebele contra la nación á que pertenece. Por dicha el Sr. Merchán se equivoca, y también se equivocó el señor Menéndez y Pelayo, y yo lo reconozco, aunque disculpo la última equivocación, enmendada ya. El Sr.
PELAYO. Si lo quiere el cielo, Juana, Sucederá por lo menos... Que habremos llegado a casa, Y pues que tienen sus piensos Los rocines, no es razón Que envidia tengamos dellos. JUANA. ¿Ya nos vienes a matar? SANCHO. ¿Dónde está señor? JUANA. Yo creo Que es ido a hablar con Elvira. SANCHO. Pues ¿déjala hablar don Tello? JUANA. Allá por una ventana De una torre, dijo Celio.
Pelayo, ¿irás tú conmigo A la corte? PELAYO. Y tan contento De ver lo que nunca he visto, Sancho, que los pies te beso. Dícenme acá de la corte Que con huevos y torreznos Empiedran todas las calles Y tratan los forasteros Como si fueran de Italia, De Flandes o de Marruecos. Dicen que es una talega Donde junta los trebejos Para jugar la fortuna, Tantos blancos como negros.
Pero en lo esencial no se saldrá es de esperar de lo entrevisto por el señor Menéndez y Pelayo, quien viene a afirmar que en las comedias de la juventud de Lope predomina el carácter lírico y hay gran complicación de argumentos e incidentes, mientras que en las obras de la vejez simplifícase el asunto y el tono épico se sobrepone al lírico.
PELAYO. Sabido, pues, señor, que me resquiebra... NU
Ya es tema, si amor ha sido; Que aunque Elvira no es Tamar, A ella le ha de pesar, Y a mí vengarme su olvido. Vanse, y salen SANCHO, PELAYO y JUANA. JUANA. Los dos seiás bien venidos. SANCHO. No sé cómo lo seremos; Pero bien sucederá, Juana, si lo quiere el cielo.
Palabra del Dia
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