Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
Ganas tuve de no traerlo respondió Manuel sonriéndose, y entregando a su madre unas madejas. ¿Y por qué, hijo? Es que me acordaba de aquel que iba a la feria, y a quien daban encargos todos sus vecinos. Tráeme un sombrero; tráeme un par de polainas; una prima quería un peine; una tía, chocolate; y a todo esto, nadie le daba un cuarto.
De cada veinte se puede afirmar que una, a lo más, y no es mucho, suele encomendarse al diablo para que la vista y la peine, por donde aparece en los Jardines hecha una tarasca; pero las otras diez y nueve van como Dios manda; unas de mantilla, otras de sombrero, y no pocas son muy guapas, sea como sea lo que lleven.
El primero tenía diez años, el segundo ocho; ambos gordos y sonrosados que daba envidia verlos. Una vez en pie, conduce al primero de ellos al corredor y en una jofaina trasvertiendo de agua cristalina le mete la cabeza, le refriega los hocicos hasta dejarlos bien limpios y todavía más colorados. En seguida venga de peine para desenredar aquellas greñas rizadas.
¡Pueblo!... ¿Y qué vas a hacer tú en un pueblo? dijo Mauricia con expresión de desconsuelo, como una madre que se ocupa del porvenir de su hija . Mira tú, y créelo porque yo te lo digo: más difícil es ser honrada en un pueblo chico que en estas ciudades grandes donde hay mucho personal, porque en los pueblos se aburre una; y como no hay más que dos o tres sujetos finos y siempre les estás viendo, ¡qué peine!, acabas por encapricharte con alguno de ellos.
Se había lavado previamente la cara, y su cabello negro y ordinario llevaba trazas de una reciente pelea con el peine, en la cual, al parecer, ambos llevaban mala parte. La mirada desafiadora brillaba de cuando en cuando en sus ojos, pero su manera era más dócil y modesta.
Eran cabezas morenas o verdosas con grandes ojos de dramática expresión; vírgenes cobrizas con el pelo brillante y aceitoso partido por una raya que iba ensanchando cada vez más la rudeza del peine. Los hombres deteníanse un momento en la puerta para colocarse sobre la rapada cabeza, con luengos rizos en su parte delantera, el pañuelo que llevaban bajo el sombrero, a uso mujeril.
Mira, hija, mejor es no tocar este asunto, porque me sublevo, y me alboroto y sería capaz de hacer una barbaridad o decir un desatino; todo lo que puedo decirte es que mi señor hermano es una buena pieza, un peine muy fino, que no merece tener por hija esta santa Susana, que yo conozco, quiero y admiro. Muy nervioso, empaquetaba la ropa, dispuesto a marcharse ya.
Con increíble arrogancia Mauricia descendía, sin sentir peso alguno. Alzaba la custodia como la alza el sacerdote para que la adoren los fieles... «¿Veis cómo me he atrevido? pensaba . ¿No decías que no podía ser?... Pues pudo ser, ¡qué peine!». Seguía por la iglesia adelante.
Que se te quite de la cabeza... Casadita, puedes hacer lo que quieras, guardando el aparato de la comenencia. La mujer soltera es una esclava; no puede ni menearse. La que tiene un peine de marido, tiene bula para todo. Fortunata callaba, mirando vagamente al suelo, con la barba apoyada en la mano.
Ya pareció el peine me interrumpió con cierto despecho; ¡como si hasta que ustedes vinieron al mundo no supiera el hombre lo que era dignidad! No se ofenda usted, don Pelegrín, y óigame con calma.
Palabra del Dia
Otros Mirando