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Trae ese arreador, Juancito dijo Baldomero al pequeño peón, que le entregó el que tenía en la mano y que aquél enarboló amenazante, mientras Lorenzo le decía: ¡No le pegue muy fuerte!

Lo que hice fue ponerme en salvo como los demás por lo que pudiera tronar. Mira, mira, querida esposa dijo Santa Cruz, mostrando a su mujer el chaleco, que se quitó apenas puesto . Mira cómo cuelga ese último botón de abajo. Hazme el favor de pegárselo o decirle a Rafaela que se lo pegue, o en último caso llamar al coronel Iglesias. Venga acá dijo Jacinta con mal humor, saliendo otra vez.

Créame esto que le voy a decir... Uno de los motivos porque le pegué fue el haber dicho eso, el haberme encajado la bola de que Jacinta era como nosotras... Y dígame, ¿no merecía el morrazo que le di con la llave por afrentar a nuestra amiguita?... ¿No lo merecía? Claro que ... Guillermina estaba confusa; no sabía si aprobar o desaprobar...

618 Iba conociendo el indio que tocaban a degüello: se le erizaba el cabello y los ojos revolvía; los labios se le perdían cuando iba a tomar resuello. 619 En una nueva dentrada le pegué un golpe sentido, y al verse ya malherido, aquel indio furibundo lanzó un terrible alrido que retumbó como un ruido si se sacudiera el mundo.

Con la calma vino la reflexión, le pegué un susto al soplón Ambrosio, hice que me quitaran el hábito blanco, se enfureció el abad, y por él lo siento, dejé para siempre el monasterio y aquí me tienes más contento que unas pascuas.

Aparte se hace almíbar a punto de caramelo, se mueve mucho, se acerca al fuego, y sin dejar de mover, para que no se pegue, se hace hervir unos veinte minutos a fuego suave, hasta que esté a punto. PASTA DE ALBARICOQUE. Se quita el hueso a los albaricoques y se hace lo mismo en todo que la fórmula anterior.

-Con todo eso -replicó Sancho-, hay tanto que trasquilar en las dueñas, según mi barbero, cuanto será mejor no menear el arroz, aunque se pegue.

256 Como lumbriz me pegué al suelo para escuchar; pronto sentí retumbar las pisadas de los fletes, y que eran muchos jinetes conocí sin vacilar. 257 Cuando el hombre está en peligro no debe tener confianza; ansí tendido de panza puse toda mi atención y ya escuché sin tardanza como el ruido de un latón.

274 Por suerte en aquel momento venía coloriando el alba y yo dije: si me salva la virgen en este apuro, en adelante le juro ser más güeno que una malva. 275 Pegué un brinco y entre todos sin miedo me entreveré; hecho ovillo me quedé y ya me cargó una yunta, y por el suelo la punta de mi facón les jugué.

¡Quia!, no señora... Vea usted, la tengo de sobra. Al contrario, creo que si no me desahogo, me quedo seca. Estaba yo anoche, que no cabía en . Me era tan preciso vengarme como el respirar y el comer. Pues verá usted... después de darle una bofetada que debió de oírse en Tetuán, le pegué un achuchón con la llave, y la descalabré... después metí mano a las greñas...