Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


Eran las diez de la noche, cuando me presenté al conserje de la Academia y le pedí las llaves del anfiteatro para recojer unos instrumentos que había yo dejado olvidados. El conserje me las franqueó en seguida y hasta ofreció acompañarme, pero yo le dispensé esa molestia, y penetré solo en el salón.

Ahora me ha confesado don Crisanto que en el último ataque vio a tu madrina muy mala, tan mala que poco faltó para que la mandara disponer. La Virgen me ha hecho el milagro; se lo pedí de todo corazón, y le ofrecí unos ramilletes. Recibí el dinero. Gracias, hijito. Dios te lo pague. Eres muy bueno con nosotras. ¿Por qué mandaste todo el sueldo, y nada guardaste para ?

Cuando les vi salir sentí un impulso de cólera... quise correr tras ellos... luego me ocurrió llamar a los de la casa... pero después, pensando que lo mejor sería impedir la fuga de Asunción, discurrí si podría traerla de nuevo a casa, con lo cual la condesa no se enterará de nada... Yo pedí auxilio al cielo y dije: «Dios mío, ¿qué puede hacer una mujer, una pobre y desvalida mujer, contra la perfidia, la astucia y la fuerza de ese maldito inglés?

Pero no cesaste de exhortarme, tanto, que por fin, hace ocho días, armándome de todo mi valor, le pedí que compartiera mi suerte. Ella se negó, lo sabes. »Se puso pálida como una muerta; en seguida me tendió la mano y me dijo, resistiéndose: »Renuncia a esa idea, Roberto; yo no puedo ser tu mujer.

Más de una vez supliqué a mi tía que me contara la historia de Angelina; le pedí con insistencia que me refiriera cómo había quedado bajo la protección del P. Herrera, un anciano que a la sazón apacentaba en un pueblecillo de la sierra numerosa grey de labradores; pero la señora callaba, sin que ni ruegos ni súplicas le hicieran abrir los labios.

Una llama celestial Ardió una vez en mi pecho, Velando junto á mi lecho Un ángel consolador... Era amor Que los dolores suaviza! Mas se convirtió en ceniza Aquel sueño encantador! Pedí consuelo al saber, Y sus ardientes misterios Eran horribles cauterios A mi atormentada sien; Y al vaiven De las olas de la duda Mi inteligencia, desnuda Quedó de esperanza y bien.

No había una flor en toda la inmensidad de la cuesta; mi fatiga siempre grande, mi carga siempre molesta, y los labios de mi musa no me daban la respuesta... Y mientras yo meditaba sobre la virgen cuartilla, penetró por mi ventana un ave de pesadilla; yo pedí que me cantara un canto de maravilla, y el ave mató la luz de la candela amarilla. Quedó sin nada en la mesa la cuartilla inmaculada.

Un mozo se llegó á nuestra mesa. Pedí dos chuletas de carnero. ¡Deux côtelettes de mouton! gritó el mozo con una bizarría de voz tal, que mi mujer estuvo á pique de dar un respingo. A poco estaban allí las dos chuletas, una racion de pan y una botella de vino Macon.

Pedí, rogué a mi madre que, si no había modo de vivir en nuestra casa sin la tiranía de aquellos testigos de mi tortura, anticipara todavía más el suceso que era la causa fundamental de ella. Y mi madre no comprendía cómo buscaba yo el remedio contra las hieles de una pócima sin fin, apresurándome a beberla; pero yo lo comprendía.

Aquella semimuerte de un compañero de la juventud, del único antiguo amigo que le conocí, había reanimado amargamente ciertos recuerdos que sólo esperaban una circunstancia propicia para esparcirse. Yo no le pedí confidencias; fue él quien me las ofreció.

Palabra del Dia

cabalgaría

Otros Mirando