Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de junio de 2025
Anda, ya no te quiero; ya no soy tu tiita Lupe... No te echo de mi casa por lástima, porque espero que todavía has de arrepentirte y me has de pedir perdón. Maximiliano, ya completamente sereno, movió la cabeza expresando duda. «El perdón ya lo pedí por haber callado, y ya no tengo que pedir más perdones.
Como formaba demasiado bulto para un sobre común, me vi precisado a fabricar otro, para lo cual pedí las tijeras a Matildita, que no dejó de echar una mirada penetrante a los pliegos escritos que estaban sobre la mesa. Don Seferino, uté escribe largo y no come... ¡Malo! Vi en lontananza una nube de consejos presta a reventar sobre mí.
Cuando descendimos a Bodegas y pedí noticias de mis elementos de transporte, se me contestó que probablemente estarían en los potreros de Río Seco, pues a orillas del río no había punto donde hacerles pastar.
No; lo pedí yo prestado, porque lo vi encima de una mesa. ¿Y cómo es que se titula? No se enterará usted, porque está en latín. Pero, tú, tú, ¿comprendes latín? Llegaré a tener intuición con él; por ahora, sólo me es saludable. El señor Colignon se retiró pensando: «No tiene remedio el pobre hombre.» La apertura de la nueva zapatería causó inolvidable sensación y pasmo descomunal.
¿De dónde quieres que los saque?... gemía la infeliz Catalina. Ya no me quedan diez céntimos de lo último que cobré... Debo un mes de alquiler... Ayer pedí prestados quinientos francos a Blondeau el empresario, y ese gordo tacaño no me quiso prestar más que ciento cincuenta... ¡Alhajas no tengo, ni crédito, ni trabajo!... ¡Perdóname, Raguet, ten lástima de mí!... ¡Mientes! vociferó Raguet.
Apelé a Leighton, el abogado, y le pedí su opinión, pero lo único que se le ocurrió fue insertar avisos; sin embargo, ambos estuvimos conformes en que ese medio no era conveniente ni adaptable para ella. Aun cuando pueda parecer extraña, Dorotea Dawson, o Dolly, como la llamaba su padre, la joven de cara morena, manifestaba también la más viva ansiedad por Mabel.
Aquí abajo, las oraciones no dan gran resultado; yo recé en otro tiempo para que mi hijo no se separase de mí, y murió en un asilo. Yo pedí, cuando aun era joven, muchas cosas a Dios, y mis oraciones no sirvieron de nada. Ya no rezo nunca... No, señores, no soy cristiana, y cuanto el señor abogado ha dicho es una monserga. ¡Soy Grucha la prostituta, y nada más!
Así, pues, ¿amas a Magdalena? ¡Claro está! Por eso vengo a pedirte... ¡Calla, desgraciado! ¡Está de Dios que siempre llegues tarde! Yo también la amo. ¿Qué dices? ¿Que tú la amas? Sí, y es el caso... ¿Qué?... Que ayer mismo pedí y obtuve su mano. ¿La mano de Magdalena? Sí: la mano de Magdalena.
»Quiero además que este viaje, que para ambos es de puro recreo, sea provechoso para Amaury y le sirva para adelantar en su carrera; así, sin enterarles de nada, ayer mismo pedí al ministro que le encomendase una importante comisión secreta y mi pretensión fue atendida.
Oyeme: ¡no te apenes si ves que lloro, y déjame, déjame que te cuente todas las tristezas de mi vida! Quise ahorrarle aquella pena, y le pedí que habláramos de otra cosa; le rogué que no me atormentara, con aquella narración dolorosa. ¡A qué saber la historia de Angelina! ¿No me bastaba saber que vivía para mí? ¡No! ¡Me oirás! ¡Me oirás, Rorró!
Palabra del Dia
Otros Mirando