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Actualizado: 15 de junio de 2025


Después de una pausa larga, añadió humildemente: No puede usted figurarse cuánto me disgusta el observar la envidia de D. Narciso. ¿La envidia? preguntó el sacerdote con sorpresa. ¿A quién tiene envidia? A usted, padre, a usted repuso con firmeza la joven. No, hija, no dijo el P. Gil todo azorado. Yo no puedo excitar la envidia de nadie... Soy un pobre clérigo... un miserable pecador...

El señor Vicente se arrodillaba con los brazos en cruz ante el pecador, pidiéndole que le pegase con el látigo, que saciase en él su furia, a cambio de dejar en paz el santo nombre de Dios, pues antes quería morir que verlo insultado. El joven había sentido interés por este loco que vagaba por Madrid entre la extrañeza y la rechifla, como si fuese un resucitado.

Estas cosas mejor será dejarlas para mi amo don Quijote, que en dos paletas las despachará y pondrá en cobro; que yo, pecador fui a Dios, no se me entiende nada destas priesas. ¡Ah, señor gobernador! -dijo otro-. ¿Qué relente es ése?

Y como si aquello fuese castigo providencial ó por lo menos advertencia saludable, después de grave y prolongada meditación, en que me eché en cara sin piedad mi conducta infame y ridícula, canté sin rebozo el yo pecador y resolví obedecer á mi esposa inmediatamente.

Hermanos les dijo dulcemente mostrándoles al gitano , ese pecador empedernido es bien digno de lástima; impedidle que se condene por anticipado pronunciando tan horribles blasfemias. ¡Amordazadle, hijos míos! y que Dios tenga compasión de él. Dicho esto se fue, y los gallegos amordazaron al gitano, cuyos ojos se volvieron rojos y brillantes como dos brasas encendidas.

Aquí hablamos sólo de la obligación de satisfacer el agravio que nace del pecado ó del delito. Y á esto he respondido con sencillez. El pecador ó delincuente debe ir hasta donde le sea posible y lícito. Si ha de cometer nuevos pecados, si ha de hacer nuevas maldades y desatinos, mejor es que lo deje y no se meta á remediar el mal que ha hecho.

Todos los dibujos, pinturas y grabados que hemos visto que en verdad no son pocos representando la muerte del pecador, asunto muy rebuscado por los indios, se quedan muy chiquitos al lado del que hemos convenido en llamar cuadro, más bien por el marco que tiene que por el fondo, fondo que lo constituye unas cuantas libras de almazarrón, delineando la más completa colección de pinchos, ruedas y garfios que hasta entonces habíamos visto.

Finalmente, yo deseaba aquel pecador ayudase a su trabajo del mío y se desayunase como el día antes hizo, pues había mejor aparejo, por ser mejor la vianda y menos mi hambre.

Se ven á lo lejos abiertas las puertas del infierno, y á Jesucristo como juez, con una espada de fuego en la mano, dispuesto á condenar á Dionisio á la muerte eterna; pero á su lado se hallan Santo Domingo y la Virgen María, que se esfuerzan en mover su compasión hacia el pecador, por la devoción que ha demostrado siempre al santo Rosario, y en efecto, su respeto á ese signo religioso lo salva de la condenación á que estaba ya destinado.

No decía más que esto: «¡Ladrón! ¡Sacrílego! ¿Dónde están los siete mil reales devueltos en el confesonario por un pecador arrepentido?». Bonis, que estaba en su alcoba, se dejó caer sentado sobre la colcha de flores azules de su humilde lecho. Sintió un sudor frío, la garganta apretada. «¡Me estoy poniendo malose dijo.

Palabra del Dia

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