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Vivió desde aquella noche memorable en un estado de exaltación próximo a la locura. En su casa dejó de ser, con sorpresa de la patrona, el huésped silencioso, tolerante, que ésta se complacía en ofrecer de modelo a los demás.

Y entonces, siguiendo los argumentos de Vérod, ¿habría que volver las sospechas hacia el lado de la joven estudiante? ¿Querría el Príncipe demostrar que se trataba de un suicidio, para salvar a su compañera de fe política? ¿Qué pensaba su patrona de esa mujer que estaba en la casa, de la Natzichet? No . No la veía. ¿Pero tenía conocimiento de sus visitas? ¿Estas le desagradaban? No se...

Por la intervención de la Virgen María, como patrona del Rosario, obtiene un plazo para expiar sus crímenes.

Por dicha llevaba yo, pendiente del cuello en una cadenita de oro muy sutil, una pequeña medalla de plata, representando la Virgen de Araceli, patrona de la ciudad de Lucena. Fijó el Barón la vista en la medalla y la tomó entre sus dedos, para examinarla mejor. ¿De dónde procede esta medalla? preguntó con curiosidad tal, que parecía embargar su espíritu y distraerle de los otros objetos.

Toma..., ciento y un años, desde antes que mi padre naciera. ¿Y quién es esa Rosita, su patrona? ¡Quién, señá Rosa Mística! respondió Momo con un gesto burlón . Es la maestra de amiga. Es más fea que el hambre; tiene un ojo mirando a Poniente y otro a Levante; y unos hoyos de viruelas, en que puede retumbar un eco.

UNA JOVEN. ¡Virgen santa! ¿Usted lo ha visto, quizá? ¡qué dicha! semejante suerte no se ha hecho para gentes como nosotros; durante los tres días que el reo ha pasado en capilla, los buenos puestos delante de la reja no eran más que para las grandes damas. Yo soy, pues, una gran dama, porque yo le he visto como veo la bacía de ese barbero de piernas de garza ¡y por mi patrona!...

Yo recuerdo, a propósito de la ternura alemana, una Nochebuena que pasé en Berlín. La patrona de mi casa de huéspedes había comprado un pino, que los inquilinos se encargaron de adornar con ampollas de cristal coloreado, con algodón hidrófilo, con cintas de plata y oro, con bombillas eléctricas, con lentejuelas y con toda esa pacotilla sentimental a que había allí tanta afición.

Además, podía llegar el marido y le sería difícil explicar su presencia allí, cuando momentos antes había hablado con él en su propia vivienda. Es poca cosa lo que quiero decir á tu patrona... Será mejor que se asome á la ventana de su dormitorio. Cerró la mestiza la puerta, y Robledo avanzó por la galería exterior, pasando ante diversas ventanas.

Después siguieron tres días en que estuve sin noticias, tres días de tortura y de fiebre; al fin llegó el telegrama de mi cuñado: «Marta dio luz varón con felicidad. Te reclama, ven prontoCon el telegrama en la mano corrí en busca de mi patrona y le pedí permiso para ausentarme por el tiempo necesario. Ella me lo negó.

¡Oh! no, dijo entonces el capitán; nada menos que eso. Juro, á fe de quien soy, que no la conocía, y que nunca creí hallar tan bella patrona en tan incómodo alojamiento. Es todo lo que se llama una verdadera aventura.