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Actualizado: 10 de junio de 2025
La embromaba con algún mozo que no le pareciese rival temible, improvisaba contra ella de vez en cuando algunas redondillas burlescas, que dejaban sorprendidos y extasiados a todos, muy particularmente a Rafael, que no se hartaba de reír y repetirlas, y contemplar con admiración a Andrés, como si el hacer versos fuese cosa de milagro, y la engañaba siempre que podía contándole alguna estupenda patraña, en medio de la algazara general.
Esto es una patraña que hizo correr por las gentes la ociosidad, i el odio i el desprecio de los cristianos españoles contra todos los hebreos: i es igual en todo á aquella que aun corre por el vulgo, pregonando que los judíos tienen rabo, porque como los sabios en su lei eran llamados rabís, í de esta causa naciese darles el nombre de rabinos, sin duda la plebe por ridiculizarlos, ó porque verdaderamente creyese un tan grande absurdo, comenzó á derramar estas voces, que en sí no tienen mas verdad que lo que va aquí declarado con respecto á los que se daban á crucificar niños por conmemorar la pasion de Jesucristo.
Por todo esto deseaba el Real Consejo de Indias que se hiciese aquí una poblacion, y á ese fin se emprendió este viage: pero la experiencia ha desengañado, que todo lo que decian de esos rios los extrangeros es una mera y pura patraña, pues tal rio no se halla, ni señas de haberle jamas habido; que al fin es verdadero el adagio castellano, que, á luengas tierras, luengas mentiras.
Uno de ellos, suizo de nación, médico excelente y filósofo de raro y agudísimo ingenio, está avecindado en Basilea, y es generalmente conocido con el nombre de Paracelso; otro, no menos singular, se llama Cornelio Agripa, natural de Colonia, en las orillas del Rhin; otro, que tiene más fama de brujo que los demás, y dicen que va siempre acompañado de un diablo en figura de paje, lo cual ya comprenderás que es una patraña, se llama el doctor Juan Fausto; y otro, por último, con quien estoy yo en más frecuentes y cordiales relaciones, vive ahora junto a Sevilla, en un convento en la margen del Guadalquivir, y se llama el Reverendo Padre Fray Ambrosio de Utrera.
Señora, yo no he dormido ¿sabe?; pero he almorsado con varios amigo debaho de uno y no nos ha pasao ná. Entonces, ¿cómo se suicida Sélika en La Africana acostándose a la sombra de ese árbol? Eso es una patraña, una invensión de los poeta ¿sabe? Será una cosa bonita, pero no tiene nada de verdá.
Parecía confirmar con una mirada de sinceridad lo que la fundadora declaraba. «Y lo sostengo, este hijo de Dios no es un hombre malo. Dicen por ahí que usted asesinó a su segunda mujer... ¡Patraña! Dicen que usted ha robado en los caminos... ¡Mentira! Dicen por ahí que usted ha dado muchos trabucazos en las barricadas... ¡Paparrucha!». Parola, parola, parola murmuró Izquierdo con amargura.
¡Cómo! ¿Un pliego? exclamó lleno de asombro, abriendo desmesuradamente sus grandes ojos saltones . ¿Quién les ha contado semejante patraña? No es patraña: yo mismo he visto su firma de usted dijo uno de ellos, el marqués de Arbiol. ¿Mi firma? No puede ser. Amigo Salabert, le digo a usted que yo mismo he visto la firma: "Antonio Salabert, duque de Requena" replicó Arbiol con firmeza y muy serio.
Las mujeres de estos tiempos se dejan pervertir por las novelas y por las ideas falsas que otras mujeres les imbuyen acerca del amor. ¡Patraña y propaganda indecente que hace Satanás por mediación de los poetas, novelistas y otros holgazanes! Diranle a usted que el amor y la hermosura física son hermanos, y le hablarán a usted de Grecia y del naturalismo pagano.
A lo cual respondió Sancho: -Vive Dios, señor Caballero de la Triste Figura, que no puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas cosas que vuestra merced dice, y que por ellas vengo a imaginar que todo cuanto me dice de caballerías y de alcanzar reinos e imperios, de dar ínsulas y de hacer otras mercedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes, que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y todo pastraña, o patraña, o como lo llamáremos.
Esta patraña, que yo la tengo por tal, está acreditada por muchos i mui buenos escritores, engañados por el forjador de semejante documento, tales como don Frai Prudencio Sandoval , Arias Montano , el doctor Juan de Vergara , el doctor Francisco Pisa , Frai Juan de Pineda , Quintana Dueñas , Rodrigo Caro , Tamayo de Vargas , Francisco de Padilla , don José de Pellicer , don Diego de Castejon , Rodrigo Mendez de Silva i otros muchos que por no caer en prolijidad remite al silencio mi pluma.
Palabra del Dia
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