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Actualizado: 23 de julio de 2025


Pero ya Concha se había adelantado a tal deseo, apoderándose de ella, y desde lo alto de sus brazos enseñábale la mesa cubierta de pasteles, al mismo tiempo que la besaba en el hocico.

Cállate, Nolo. no comprendes. Belarmino es un grande hombre. Y Apolonio, él es también un otro grande hombre. Yo quiero mostrarles cuánto les amo y les admiro. Es por esto que les llevo estas gruesas tartas de Pascua y las gruesas fuentes de natillas, y muchas de docenas de gruesos pasteles, como los otros años, ¡tantos!, en este mismo día.

Aquellos señores no podían estar así con las ropas impregnadas de humedad, cansados y desfallecidos por una noche de lucha. ¡Pobrecitos, bastaba verles! Y colocaba sobre la mesa galletas, pasteles, una botella de ron; todo lo que podía encontrar en la despensa, y hasta un paquete de cigarrillos rusos con boquilla dorada que la hortelana miraba con escándalo. Déjalos, tía decía a la pobre vieja.

Don Eugenio García, una tortada... no estaba mal; la otra era de «las magistradas»; y los demás pasteles no llevaban señales de procedencia; pero doña Manuela adivinaba que eran de Juanito, aquel hijo que la obsequiaba con tanto cariño como fuese su novia. ¿Y Juanito, dónde está mamaíta? En la tienda; pero vendrá antes de las doce. Rafael también ha salido.

Hízose un silencio embarazoso... Observando que también se sonrojaba Coca, don Mariano pensó: «Parece que la chica es la de los pasteles... Es muy extraño que me los mandara con el nombre de su hermana...» Y, aunque quisiera desecharla, desarrollábase en su espíritu una idea bien halagadora para su vanidad de cuarentón.

Quiere, dice, vivir en buenas relaciones con sus vecinos. Se muestra amable y cariñoso con el padre, amable y cariñoso conmigo. Lleva a los muchachos pasteles y azúcar cande, y todos nos enamoramos de él. Y al fin declara al padre que me quiere por mujer... «¡Pero si no tiene nada! dice mi padre. «Tampoco quiero yo nada» responde él.

Eran atraídos por el olor apetitoso y agradable de los pasteles, que corría por todo el rancho, y que al penetrar por la nariz ponía en juego las glándulas salivales y hacía caer los estómagos en sueños deleitosos y en éxtasis bucólicos.

Entretanto podemos comer pasteles, Dios sea bendecido. Y el señor Colignon se ríe como siempre, con glogó de pavo y trepidación de estómago. Prosigue. Yo veo ya que hacen falta aquí judías y garbanzos y aceite. Tanto mejor para comer pasteles. Dios se lo pagará, señor Coliñón. Antes dejaría de salir hoy el sol que usted de aparecer con su agasajo pascual.

El bastonero para satisfacción de las mamás, que se le dormían a los pasteles y al mate, agrupadas alrededor de los guitarreros circulaba entre las parejas, diciendo cuchufletas y haciendo con su frase sacramental ¡que se vea luz, caballeros! que las aproximaciones no fueran más allá de lo lícito y honesto.

PASTELES DE NUEZ. Se hace una masa fina con harina, agua fría, sal y huevo; se mezclan bien con una cuchara de palo, se añade mantequilla y se trabaja bien, y cuando está fina, se deja un par de horas en reposo; se tiene hecha una pasta con agua, azúcar y nueces machacadas, se extiende con un rollo la masa, se rellena de nuez, y se fríen.

Palabra del Dia

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