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Actualizado: 4 de junio de 2025


A la calle, Cosme, á la calle, y no me vuelvas á parecer por la cocina, ni en seis leguas á la redonda, y el señor Gil Pérez, que busque otro acomodo; así escarmentarán los otros oficiales y no dejarán sus cuidados á los galopines. ¿Pero qué es esto? aquella empanada de pollos ensapados se abrasa... ¡ya se ve! ¡si os estáis todos parados, ahí mirándome como á una cosa del otro mundo!... ¿Apostamos á que hoy no tendremos un solo plato á punto que poner en la mesa de su majestad?

Los montañeses que formaban la partida le siguieron con la mirada. Sus largos cabellos rojos y rizados, sus enjutas y prolongadas piernas, sus anchos hombros, sus movimientos ligeros y rápidos, todo revelaba que, en caso de ocurrir un encuentro, cinco o seis kaiserlicks no saldrían bien parados de semejantes hombres. Al cabo de un cuarto de hora, rodearon el monte de abetos y desaparecieron.

Un grito de horror sale de entre aquel coro de ángeles, que se escapa como una bandada de palomas perseguidas por el halcón. ¡Los habían fusilado, en efecto! ¡Pero cómo! Treinta y tres oficiales, de coroneles abajo, formados en la plaza, desnudos enteramente, reciben parados la descarga mortal.

Pues, digo también era insustituíble para cargar moldes ó formas que llenas de letras desafían los puños de los hombres más vigorosos; y además le destinaban á traer y llevar original y pruebas, misión que cumplía puntualmente al presentarse ante el joven autor de quien hablo, y decirle que venía á por el artículo, añadiendo que hacia mucha falta por estar parados y mano sobre mano los señores cajistas.

Un poco más lejos, al volver una punta, vio parados en la vertiente misma de la montaña a tres de los novicios pequeñitos que habían entusiasmado a Leopoldina.

¡Si cuando este muchacho me dijo que venía el breque... ¡qué le iba a creer!... Siempre saben llegar al mediodía. Realmente, Ramona: hemos venido como chasque. ¡Como chasque! Don Melchor... ¿y la familia quedó buena? Todos buenos, gracias. Pero siéntense, señores, que están parados... y entrá esa canasta, muchacho... Anastasio no ha de tardar... ¿le cebo un mate, don Melchor?...

Mas Tom Sickles, arrebatada la cara de remolacha, hacía terribles visajes, como si llevase los caballos desbocados, mientras con suaves vibraciones de las riendas más y más los azuzaba. En la calle de Isabel la Católica, Tom Sickles hizo otro prodigio: coche y caballos quedaron parados en firme, de un golpe, ante la embajada alemana.

La indiada nuestra pasó adelante hasta perdernos de vista; y á las seis de la tarde llegó un indio mandado del cacique Lincon, el que dió la noticia á nuestro Comandante que su Cacique habia hallado un rastro en que reconocia que los indios enemigos estaban cerca, porque habia visto muchos fogones, y las carnes de los animales que habian cazado para comer estaban aun frescas: á cuya noticia dió órden el Comandante nos pusiesemos en marcha, lo que habiéndose egecutado nos comenzó á llover, y caminando hasta las doce de la noche, paramos por ser muy obscura: no teniendo vaqueano para ir adonde los indios nuestros estaban, pues el que vino con la embajada dijo, no podria dar con los compañeros, por cuyo motivo nos mantuvimos parados hasta que viniese el dia.

Hacia la calle de Tudescos había tres simones parados, dormitando sus cocheros en los pescantes: dirigióse la incógnita al de enmedio, abrió ella misma la portezuela y mandó al cochero, que despertaba sobresaltado, parar en el paseo de Recoletos, a la entrada de la calle de X : era esta calle una de las varias que van a parar perpendicularmente en la de Serrano.

Por el centro del paseo circulaban rápidamente algunos carruajes de caballos briosos y, siguiendo la línea de las sillas de hierro, se veían parados unos cuantos simones con el jamelgo caído el cuello y el cochero tumbado en el pescante deletreando El Cencerro.

Palabra del Dia

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