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Actualizado: 12 de julio de 2025
¡Todo el día en coche! ¡Qué horror! No; se hace una parada para almorzar y... sestear en la posta del «Paso»... ¿Qué te parece, Ricardo, una siesta en pleno campo? ¿El qué?... ¡El qué!... ¿Estás dormido? Estaba distraído. Bueno, ya llegamos; ahora en el tren te repetiré el caso.
Pues ¿en qué consiste la parada? A la vista está.... Soy pobre, no tengo arrimos... ¡Y me habían asegurado a mí que se le había ofrecido a usted la absolución libre a cambio de sus votos para el candidato del Gobierno!... ¡Ya, ya!... Ofrecer, bien ofrecen; pero... ¿Pero qué? Que quiero yo cobrar adelantado, y ellos no quieren pagar hasta el día siguiente.
Aquella mujer que no comprendió que mi mujer no la comprendia, se me quedó mirando, como si esperase que yo la explicara el asunto. Mi señora ha contestado á usted, la dije, que no entiende el francés. La mujer se quedó parada, y echaba unos grandes ojazos á mi compañera, al mismo tiempo que exclamaba con mucho asombro: ¡Madame ne comprend pas le français! ¡La señora no entiende el francés!
El Archipiélago de las Canarias, las islas, de los Azores, Madera y Cabo Verde, convertíanse en lugares de parada y descanso para los nautas atrevidos y al mismo tiempo en lugares de observación para los que soñaban con nuevas expediciones. El misterio del Océano los retenía allí, y se casaban con isleñas hijas de europeos, constituyendo nuevas familias de marinos.
Abocose a ella la comandanta, como un edecán de parada, para decirle que en la calle, frente al mismo portal, se había puesto un condenado pianito, tocando jotas, polkas, y la canción de la Lola; que esto era una irreverencia y no se podía consentir.
Así marchó hasta la parada del mediodía, que no dudaba haría también su hombre, pues sólo un loco podía seguir viaje bajo aquel sol abrasador.
Levanté los ojos. Había enrollado alrededor de su frente un espeso follaje de robles y se hallaba parada sobre el dolmen, ligeramente apoyada sobre un haz de tiernos árboles; bajo la media luz de la enramada, su blanca vestidura tomaba el brillo del mármol, y sus pupilas chispeaban con un fuego extraño, en la sombra proyectada por el relieve de su corona. Estaba bella y creo que ella lo conocía.
Después de fijar en el suelo dos bastones a fin de señalar el punto de parada a cada uno de los combatientes, separáronse los padrinos, que al llegar a su respectivo puesto dieron las tres palmadas de rúbrica, para indicar a aquéllos que podían avanzar. No bien adelantaron cuatro pasos, Felipe disparó.
No sé todavía... ni quiero pensar lo que haré... iré a cavar la tierra, ¿no es mejor? ¡Ah! ¡la Bolsa, la Bolsa! no la pizarra, las columnas hubiera querido yo arrancar, como Sansón, para hacer desplomar el templo maldito... Misia Casilda, que había entrado sin ruido, parada junto a la mampara, tosió para llamar la atención: el inglés saltó del banco y vino a ella. Señora...
Nada tan pintoresco como aquella parada en medio de la nieve, en el fondo del desfiladero rodeado de abetos altísimos que llegaban hasta las nubes; a la derecha, los valles se unen unos a otros hasta perderse de vista; a la izquierda, las ruinas del Falkenstein se recortan en el cielo.
Palabra del Dia
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