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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


Instantes, después se oía el ruido del carrito que salía en la dirección indicada. ¿Qué distancia hay, Melchor, de aquí al cañadón de las tunas? Sus seis leguas largas, y calcula para caminarlas con este día. ¡Pobre mujer!... ¿qué le habrá pasado? Alguna paliza del bestia de Anastasio. ¿Pero es posible que le pegue a esa mujer?

Lo que es eso dijo mi amo interrumpiéndola vivamente... . Es preciso que cada cual quede en su lugar. Si el almirante Córdova hubiera mandado virar por... , , ya dijo Doña Flora, que había oído muchas veces lo mismo en boca de mi amo . Habrá que darles la gran paliza, y se la daréis. Me parece que vas a cubrirte de gloria. Así haremos rabiar a Paca.

El hombre oía y, de cuando en cuando, volviéndose al ejecutor de sus órdenes, decía con voz gangosa: ¡Jo! ¡Jo! Y volvía a caer la vara cobre las espaldas desnudas. Concluída la paliza, Luschía dió la orden de marcha, y los quince o veinte hombres tomaron hacia Oyarzun, por el camino que pasa por la Cuesta de la Agonía.

Unos amigos hablaron seriamente de ir al camarote de Nélida para traerla a la fiesta y darle una paliza al hermano, proposición que puso foscos al belga y al alemán, como si cada uno por su parte se creyese el depositario del honor de la muchacha. Calló Maltrana, cual si temiera decir demasiado; pero ante la curiosidad de su amigo siguió adelante.

Efectivamente, así fué; el mismo día en que el viejo supo la paliza que su sobrino había adjudicado al joven Ohando, le tomó bajo su protección y comenzó a iniciarle en su vida. El mismo señalado día en que Martín disfrutó de la amistad de Tellagorri, obtuvo también la benevolencia de Marqués.

Pasaba las noches en la «sala del crimen», como llamaban a la pieza del juego, y rara vez conseguía ganar. Su mala suerte era motivo de vanidad para el club. Anoche llevó paliza el Gallardo decían los socios . Lo menos perdió once mil pesetas.

La gente reía ante esta desbandada al galope, celebrando la persecución del alguacil. Nadie comprendía lo que era para aquellas infelices la pérdida de su mísera mercancía, la desesperada vuelta al tugurio paterno, donde aguardaba la madre dispuesta a incautarse del par de reales de ganancia o a administrar una paliza.

Antes de que Celipín acabara de hablar, los dos se habían puesto en camino, andando tan a prisa cual si estuvieran viendo ya las torres de los Madriles del Rey de España. Salgámonos del sendero dijo Celipín, dando pruebas en aquella ocasión de un gran talento práctico porque si nos ven nos echarán mano y nos darán un buen pie de paliza.

Además, La Autoridad te defenderá si te atanca.» «¿ crees?» «La Autoridad está en el caso de administrarme una paliza disimulada... Me defenderá criticándome.» «Pues bien, amigo, espera para apurarte a que ocurran todas estas cosas.» «¡Ah! así sois las mujeres, descuidadas, frívolas, egoístas... El padre Tomás me ha engañado sobre tu carácter.

Doña Paca era un mar de lágrimas; la niña bailaba el zapateado, tocando el techo con las manos, y Benina pensaba dar parte al administrador de entierros para que, mediante una buena paliza u otra medicina eficaz, le quitase a su hijo aquella pasión de cosas de muertos, cipreses y cementerios de que había contagiado a la pobre señorita.

Palabra del Dia

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