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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


Julî fué la causa de la paliza, que el buen cura administró á unos jóvenes que recorrían el barrio, dando serenata á las muchachas. Los maliciosos, al verla pasar seria y cabizbaja, decían de manera que ella oyese: ¡Si quisiese, Cabesang Tales sería indultado! La joven llegaba á su casa sombría y los ojos estraviados.

Desde la paliza nocturna que el capitán le propinó había crecido su afición á la zagala. Donde quiera que la tropezase nunca dejaba de mostrársela con palabras bien melosas ó con palmaditas en el rostro no menos insinuantes. Flora rechazaba las últimas con energía, pero escuchaba las primeras con benévola sonrisa.

Paréceme dijo Quevedo , que este tunante quiere vengarse de la paliza que le apliqué hace cuatro noches; pues días pasan y días vienen, y los tiempos andan, y alguna vez nos encontraremos, racimo de horca. ¡Y pensar que don Juan está abandonado á mismo y acaso preso! ¡Válgame Dios! ¿y con qué cara me presento yo, si acontece al muchacho una desgracia, á don Pedro Girón?

¡, allí lo veo! exclamó Marijuán, riendo a carcajadas . Es D. Quijote de la Mancha que viene en su caballo, y tras él Sancho Panza en burro. Déjenlo venir, que ahora le aguarda la gran paliza. Las nubes se movieron, y todo se tornó en caricatura.

Era posible que la autoridad, aprovechando las largas excursiones de Salvatierra por el campo, lo sometiese a mortales tormentos o lo suprimiera de una paliza en despoblado, como lo había hecho con otros más humildes. Pero don Fernando contestaba a estos consejos con tenaces negativas.

Hubiérase lanzado éste con ímpetu salvaje dentro del local; pero se detuvo, temeroso de que, viendo su facha estrambótica, le adjudicaran una paliza ó le entregasen á una pareja.

Cualquiera imaginaría al escucharle que estaba pronunciando un discurso en algún club democrático, y no administrando una soberana paliza. Así terminó aquella refriega.

¡Por Dios, que cuidasen de Pascualet ante todo!... Y el hermano mayor, indignado por los relatos de los pequeños, prometía una paliza á toda la garrapata enemiga cuando la encontrase en las sendas. Todas las tardes, apenas don Joaquín perdía de vista el grupo, empezaban las hostilidades.

Esto necesita explicación: los artesanos en general no se embriagan más que el domingo y el lunes, algún día entre semana, las pascuas, los días de santificar, y por este estilo: el zapatero de viejo es el único que se embriaga todos los días: ésta es la clave de la paliza diaria; el vino, que en otros se sube a la cabeza, en el zapatero de viejo se sube a las espaldas de la mujer: es decir, que se trasiega.

Gracias á vuestra ligereza, á vuestros puños, á vuestra vista, á vuestra serenidad... pero vamos á otra cosa: ¿vos, señor Velludo, sentiríais mucho que esto se supiera? Yo me voy de Madrid. No por cierto; nosotros callaremos, pero vos habéis de contar la villanía obrada por don Bernardino, y la paliza que este caballero le ha dado. Pero don Bernardino se irá.

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