United States or Vanuatu ? Vote for the TOP Country of the Week !


Fijo en la puerta, consideraba los horrores de la trata de blancos, de aquella nefanda institución tirolesa, en la cual unos cuantos duros deciden la suerte de honradas criaturas, entregándolas á la destructora ferocidad de niños mal criados. ¡Ay! ¡Cuán miserable le parecía á Pacorrito la naturaleza humana!

No usaba zapatos, por serle esta prenda de grandísimo estorbo, ni tampoco medias, porque le molestaba el punto. La familia de Pacorrito Migajas no podía ser más ilustre. Su padre, acusado de intentar un escalo por la alcantarilla, fué á tomar aires á Ceuta, donde murió.

Cuando esto decía, el señor de Bismarck miraba á Pacorrito con expresión de burla tan picante y maligna, que nuestro insigne héroe se llenó de coraje. En el mismo instante, el tuno del Canciller disparó una bolita de pan con tanta puntería, que por poco deja ciego á Migajas. Pero éste, como era tan prudente y el prototipo de la circunspección, calló y disimuló.

Un puntapié vigoroso, aplicado en semejante parte, modificó un tanto la risa, y puesta la mano en la parte dolorida, Pacorrito salió de la cocina. Su cabeza seguía trastornada.

Durante la comida, todos charlaban por los codos, excepto Pacorrito, que por ser muy corto de genio no desplegaba sus labios. La presencia de aquellos personajes de uniforme y entorchados le tenían perplejo, y se asombraba mucho de ver tan charlatanes y retozones á los que en el escaparate estaban tiesos y mudos cual si fuesen de barro. Principalmente el llamado Bismarck no paraba.

Iba á contestar, cuando el maligno Canciller tomó una paja larga y fina, sacada al parecer de una costilla de labores, y mojando la punta en saliva se la metió por una oreja á Pacorrito con tanta presteza, que éste no se enteró de la grosera familiaridad hasta que hubo experimentado la sacudida nerviosa que tales chanzas ocasionan. Ciego de furor, echó mano al cinto y blandió la plegadera.

Doce campanadas saludaron la entrada del Año Nuevo. Todo desapareció de súbito á los ojos de Pacorrito: Princesa, palacio, muñecos, emperadores, y se quedó solo. Se quedó solo y en obscuridad profunda. Quiso gritar y no tenía voz. Quiso moverse y carecía de movimiento. Era piedra. Lleno de congoja esperó.

Amaba nuestro héroe con soñador idealismo, libre de todo pensamiento impuro, á veces con ardoroso fuego que en sus venas ponía un hervor de todos los demonios. Su corazón volcánico tenía sensaciones de todas clases para el objeto amado, ora dulces y platónicas como las de Petrarca, ora arrebatadas como las de Romeo. ¿Y quién había inspirado á Pacorrito pasión tan terrible?

perteneces al linaje humano, yo no. Siendo distintas nuestras naturalezas, no podemos unirnos. Es preciso que cambies la tuya por la mía, lo cual puedes hacer fácilmente con sólo quererlo. Respóndeme, pues. Pacorrito Migajas, hijo del hombre, ¿quieres ser muñeco? La singularidad de esta pregunta tuvo en suspenso al granuja durante breve rato. «¿Y qué es eso de ser muñeco? preguntó al fin.

Mientras el lacayo recibía órdenes, Pacorrito, que era hombre de resoluciones heróicas y audaces, concibió la idea de colgarse á la zaga del coche. Así lo hizo, con la agilidad cuadrumana que emplean los granujas cuando quieren pasear en carruaje de un cabo á otro de la villa.