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Actualizado: 21 de mayo de 2025
El secretario no es mal mozo tampoco; pero al que yo, no sé por qué, le he tomado afición, es al escudero. Tú te casarás con el escudero, replicó la Princesa. Mi doncella, si gusta, se casará con el secretario, y ambas seréis mandarinas y damas de mi corte. Tu sueño no ha sido sueño, sino realidad. El corazón me lo dice. Lo que importa ahora es desencantar a los tres pájaros mancebos.
Se introdujo en el grupo para saber de lo que se trataba. Solía por las tardes ir a dormir la siesta a la Mata, debajo de una gran acacia, y se placía extremadamente en escuchar horas enteras los gorjeos de los pájaros, los rumores de los árboles, el canto de los insectos.
¡Qué triste es un día sin sol! ¡Qué amargura se experimenta al presentir la muerte sin que nos rodeen seres queridos, flores, pájaros y transparentes cielos! A las cinco, la oscuridad era completa. Todos comprendíamos el peligro, mas ninguno lo expresaba.
Pero el otro no callaba; volvió a la carga sobre aquello de los pájaros gordos, que parecían repletos y sin embargo iban a pedirle un poco de alpiste, bajo secreto de confesión... Jacinto no chistó. O no hay nada, o no sabe nada se dijo don Raimundo. Entretanto, en el escritorio, Quilito se aburría.
Los pájaros turbaban el silencio monástico de aquellos campos, revoloteando en torno de los árboles frutales. Un seglar iba con un libro en la mano por el mismo camino que seguían ellos. Era la única persona que paseaba por la huerta. Aresti lo vió de espaldas y aceleró el paso como sí le acometiese de pronto una duda y quisiera salir de ella.
En el curso de nuestros amores, puedo decir que no tuve motivo serio para quejarme una sola vez de ti. Nuestras reyertas han sido siempre las de dos niños y han terminado con la misma brevedad que las de los pájaros que riñen en el aire.
Julio la miró con sorpresa, imaginándose lo que podía existir dentro de su cabecita adorada y frívola. ¿Qué se estaba formando más allá de su frente contraída por el movimiento rugoso de las ideas y que hasta entonces sólo había reflejado la ligera sombra de unos pensamientos veloces y aleteantes como pájaros?... Pero la Margarita de antes vivía aún.
¡Aquí, Rodolfo! me dijo la señorita desde el velador. Verá usted qué linda colección. Y me mostró veinte o treinta acuarelas: flores, frutas y pájaros, pintados magistralmente. ¡Nunca vi a Gabriela más hermosa! Vestía galano traje azul, de un azul desvanecido, pálido, como el color del cielo en una mañana de otoño. Nosotros nos colocaremos en esa ventana.
Aun vi más, porque al través de los vidrios y entre rosas y claveles contemplé a la modistilla más linda y más retrechera que puedas tú imaginarte, distribuyendo comida a varios pájaros de especie diferentes, que merced sin duda al dulce gobierno de su dueña, convivían en paz dentro de una misma jaula. Parecía un cuadro de Mieris.
Unos decían que la india ama, que la mestiza española es indiferente y la china fría y calculadora; otros, que las mujeres en todas partes son lo mismo, y por último, después de barajarse la conversación por todos los tonos, tipos y registros, dijo uno en son profético y concluyente: Nada, caballeros, hay que desengañarse, en este país, ni las mujeres aman, ni los pájaros cantan, ni las flores huelen.
Palabra del Dia
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