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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Aquel cuarto, tan reducido que bien hubiera podido llamarse ochavo, constaba de un pasillo estrecho, que parecia ancho á fuerza de ser corto, un gabinete donde bien podrian caber seis personas de pié, pero incómodamente, y un balcon á la plaza de los pájaros.

Se había levantado tarde y acababa de subir a toda prisa a la cubierta para hacer sus compras antes de que se marchasen los vendedores. El hombre cobrizo ensalzaba la riqueza de una túnica azul con ramajes y pájaros blancos que ella tenía entre sus manos. Me pide dos libras, ¿qué le parece? dijo la joven sonriendo a Maltrana, mientras éste daba con el codo a su compañero.

Y llegó el día en que llevó como esposa bajo su techo a la amada de su juventud, que hacía poco se había quedado huérfana y sin hogar. Era un sombrío y triste día de noviembre; las nubes grises corrían en el cielo como siniestros pájaros.

Entre tanto, muy rara vez llega á perturbar algun viagero esta hermosa soledad, que no ostenta mas adornos que la rica vegetacion de sus sombrías florestas, pues hasta los pájaros solo cruzan por acaso y sin jamas detenerse.

Ya pedía flores, ya helados que no había de tomar. De pronto pedía todos los libretos de ópera que se pudieran adquirir. Otra vez hizo llevar a su casa gran parte del almacén de música de Romero. «Pájaros, pájaros...». Le llevaron media plaza de Santa Ana. «¡Oh! ¡Tengo que contestar tantas cartas...!» Y se ponía a escribir.

Allá arriba, en el libre monte, el agua centellea al sol y transparente, á pesar de la profundidad, deja ver las blancas piedras, la arena y las hierbas estremecidas de su lecho; murmura dulcemente entre las cañas; los peces surcan la corriente, rápidos, como flechas de plata, y los pájaros hacen temblar la superficie al choque de sus alas.

Los más de los segadores pertenecían á la clase de emigrantes que los propietarios argentinos llaman «golondrinas»; pájaros humanos que cada año, cuando las primeras nieves cubren el suelo de su país, abandonan las costas de Europa, levantando el vuelo hacia el clima más cálido del hemisferio meridional.

Y el ingeniero adivinaba algo de ridículo en su situación, como si realizándose las irónicas fantasías del doctor acabasen de sorprenderle dando su serenata ante el hotel del millonario. Aún pasearon mucho tiempo los dos amantes. Deteníanse para contemplar una flor rara, seguían con atención infantil los saltitos de los pájaros corriendo por los andenes.

Sólo ella encuentra natural que los pájaros se posen sobre su hombro o acompañen con sus trinos las fervorosas canciones que improvisa al son de la vihuela; o que, en los días de gran necesidad, cuando su madre o sus hermanas se sienten enfermas, maravillosas labores aparezcan, en un instante, bajo su aguja, recubriendo una a una las telas, sin agotar los ovillos.

Allá va la punta de mi capa, que si yo me meto me atollo también y somos dos pájaros en vez de uno. Paréceme bien la idea y agárrome á ella dijo Quevedo agarrándose á la punta de la capa que le había echado el matón. Tiró éste, y crujiendo costuras, abriéndose telas, y con gran trabajo, logró verse al fin en firme Quevedo, pero con una arroba de tierra en cada pierna y perdidos los zapatos.

Palabra del Dia

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