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Actualizado: 3 de julio de 2025
Su aspecto, horriblemente acusador, no podía ser visto por Rosalía mientras a esta no se le quitaran de delante de los ojos, primero, el conflicto del día 9, cuya solución exigía sacrificios grandes, sin exceptuar el de la honra; segundo, ciertas telarañas de seda que le envolvían la cara, pues en la inquietud febril de aquella noche, todas sus ideas, sus remordimientos mismos, pasaban, como la luz por un tamiz, al través de un confuso imaginar de galas y perendengues de otoño.
Luz zodiacal.= Se llama luz zodiacal á una especie de cono luminoso que se observa después de ponerse el Sol, á fines del crepúsculo, ó por la mañana antes de la salida del astro. Este resplandor es visible principalmente por la tarde hacia la época del equinoccio de primavera y por la mañana en el equinoccio de otoño.
Pobre señor; su vida va a ser un perpetuo viernes... Genoveva, para cambiar de conversación, nos llamó la atención sobre el paisaje de otoño que se ofrecía a nuestra vista. No, no, Genoveva, nada de poesía; nada de hojas muertas o a punto de morir... Estoy harta de eso... Hace veintitrés años que estoy contemplando las bellezas de nuestro pueblo y ya no me entusiasma la Naturaleza... Es aburrido.
Estaba en el otoño, ya muy entrado, de su azarosa vida, y comprendía que aquel hombre era una ganga. Entregáronse, pues, al mayor desenfreno amoroso: ella por cálculo y él por torpe apasionamiento.
En las ramas de los álamos se oía ya el roce de las hojas amarillentas, y los helechos dejaban caer sus tallos como criaturas heridas que apenas pueden tenerse en pie. Me entristecí: «La Naturaleza entera va a morir dije; ¡Ah! ¡Si se pudiera morir con ella!» Entonces me acordé de todas las burlas que había leído u oído sobre las impresiones sentimentales del otoño.
Durante este conmovedor y breve día de otoño, me esfuerzo para que el trato de los vivos no me distraiga en modo alguno de mi trato con las almas de los que no existen.
Meses antes, al llegar con el otoño la terminación de la temporada de corridas, el espada había tenido un encuentro en la iglesia de San Lorenzo. Descansaba unos días en Sevilla antes de irse a La Rinconada con su familia. Al llegar este período de calma, lo que más agradaba al espada era vivir en su propia casa, libre de los continuos viajes en tren.
Del martirio de aquel verano se había de resarcir en el próximo otoño, vistiéndose como Dios mandaba, quisiéralo o no su marido. Tenía propósito de hacerse un vestido nuevo de terciopelo para el invierno y una capota de las más airosas, nuevas y elegantes. A sus niños pequeños les vestiría como principitos.
Su situación prosperaba: pude advertirlo en diversas señales de relativa opulencia. La noche fue espantosa: una tempestad de fin de otoño duró sin interrupción desde la tarde hasta después del amanecer.
De esta suerte vivían hija y padre, don Gaspar con el pensamiento puesto en ella, y Helena dejando volar su imaginación entre resignada y soñadora, cuando durante un otoño comenzó la muchacha a sufrir tal cambio en su manera de ser, que no pudo quedar oculto a quien vivía continuamente observándola para ahuyentarle penas y procurarle venturas.
Palabra del Dia
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