Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
Mientras se dormían, papá y tiita habían de estar bien pegaditos a las camas sin moverse. Si mantenían conversación entre sí, las niñas se agitaban y tardaban mucho más en conciliar el sueño. Así que procuraban guardar silencio, o cambiar solamente palabras sueltas en voz baja. Cecilita no podía dormirse sin tener cogida una oreja de su tía.
¿Y Pecado? En el taller... Dios le tenga allá...». Aquel día, aunque era festivo, el soguero tenía trabajo hasta las doce. No había querido ir Mariano; pero su severa tía le cogió por una oreja, y... ¡Valiente holgazán! «¿Y Pecado? volvió a preguntar el Majito. Te digo que está en el trabajo... No te montes sobre la tinaja. Si me la rompes, vas a ver. ¡Eh, eh!
La niña, sin hacerse de rogar, cogió el que le presentaba y se lo colocó entre sus negros cabellos por encima de la oreja. Esta combinación tan vulgar de lo negro con lo encarnado que todas las niñas conocen se manifestó más armoniosa que otras veces por la intensidad excepcional tanto de lo obscuro como de lo rojo.
¡Qué ha de curarse con eso! saltó María-Manuela que presumía de curandera y ensalmadora Si sientes dolor, Frasquito, se te quitará untando el brazo con la sangre de una oreja cortada de un gato negro; le das una friega apretándolo poco á poco, luego doblas er deo gordo, y poniéndolo debajo de la barba abres la boca nueve veces seguidas...
D. Dionisio comprendía que se trataba de ciertas particularidades propias de los poetas y estaba satisfechísimo de ostentarlas. Los locos repuso Moreno a la oreja de su amigo tienen siempre las extremidades frías y la cabeza caliente. Con esto el ingenioso Sánchez se creyó en el caso de responder que muchos de los hombres que la humanidad admira como genios sublimes han sido verdaderos dementes.
Yo no sé verdaderamente lo que le dije; creo recordar que hablé de su belleza. Juana apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, cerca de la mía y recuerdo que mi boca, casi junta á su oreja, le tocaba el cuello con la punta del bigote. Juana no se retiraba y yo la veía estremecerse dulcemente.
Cuando se le hace una proposicion, por halagüeña que sea, vacila un momento, guarda silencio con aire cazurro, se rasca una oreja y acaba por decir: «Compadre, lo pensaremos.» Ninguno le arrancará jamas una resolucion improvisada ó una respuesta categórica por sorpresa.
Inclinándose hacia una oreja del gigante, murmuró los secretos del partido masculista con el fervor de un neófito convencido hasta el fanatismo de la bondad de la causa que acaba de abrazar. Los nuevos tiempos estaban próximos. Ya había sido descubierto el gran secreto que neutralizaría el poder de los rayos negros. Los días de lo que llamaban las mujeres la Verdadera Revolución estaban contados.
En fin, a las doce, que era a la hora que solía hablar con ella, llegué a la puerta; y emparejando, cierra uno de los que me aguardaban por don Diego, con un garrote conmigo, y dame dos palos en las piernas y derríbame en el suelo; y llega el otro, y dame un trasquilón de oreja a oreja y quítanme la capa, y déjanme en el suelo, diciendo: ¡Así pagan los pícaros embustidores mal nacidos!
Doña Lupe dejó las ociosas plumas a las cinco de la mañana cuando aún no era de día, y arrancó de la cama a Papitos, tirándole de una oreja, para que encendiera la lumbre. ¡Flojita tarea la de aquel día; un almuerzo para doce personas! Llamó a Fortunata para que se fuera arreglando, y acordaron dejar dormir a Maxi hasta la hora precisa, porque los madrugones le sentaban mal.
Palabra del Dia
Otros Mirando