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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Roberto cumple todas sus obligaciones con la mayor puntualidad: parte leña, ordeña las cabras y, mientras tanto, hace la corte á las dos doncellas. Sus galanterías son acogidas con agrado por las dos jóvenes, y cuando el padre quiere obligarlas á casarse con otro, ambas lo rehusan, declarando que sólo aman á Rosbel.

La experiencia ha hecho ver que á estos medios ha seguido el fin deseado, y V. E. pobló las 150 leguas que hay del Paraná á Concepcion en el Paraguay, valiéndose del medio único, que es repartir las propiedades. Es pues indispensable hacerlo así en la nueva frontera, porque ademas lo ordena el Rey en la cédula que aprueba el ramo de guerra.

Adelantóse con mesurado paso y saludando profundamente, dijo: Mi poderoso é ilustre señor, Carlos, rey de Navarra, conde de Evreux y de Champaña y señor del Bearn, me ordena saludar fraternalmente á su muy amado primo Eduardo, príncipe de Gales, duque de Aquitania, lugarteniente.... ¡Basta ya, Don Martín! interrumpió impacientemente el príncipe.

No era pedante, pero cuando le apuraban un poco, cuando le contradecían, invocaba el sacrosanto nombre de la ciencia, como si llamase al comisario de policía. «La ciencia manda esto; la ciencia ordena lo otro». Y no se le había de replicar.

Es la segunda agua que les cae en su vida, y sería la primera si no se hubieran bautizado. ¡Ay, hijas!... ¡qué escena la de esta mañana! Créanlo, han gastado una tinaja de agua de colonia... Yo quise ayudar un poco, porque así me parecía cumplir algo de lo que nos ordena Nuestro Señor Jesucristo.

Octavio se enfurece al oirlo; se lanza contra Roselo, y éste, viéndose forzado á defenderse, lo derriba á sus pies sin vida. Aparece entonces en el teatro de la lucha el príncipe de Verona, atraído por el choque de las espadas; ordena á los combatientes que desistan de su contienda, y destierra á Roselo de la ciudad por largo tiempo.

Miró a Lucía, y viéndola descolorida y los ojos hinchados, le dijo bondadosamente: Retírese un poco, hija, a descansar... está usted del color de la muerta. No ordena Dios tratarse así. Lo que haré, Padre respondió Lucía , será bajar un rato al jardín a tomar el fresco.... Juanilla se quedará aquí.... Me arde la cabeza, necesito aire.

Pero esta calma era precursora de la tempestad. Una mañana, díjole monseñor: El Rey está muy enojado contra ti; ignoro por qué causa. Creo adivinarla repuso el joven. Pues yo no quiero saberla. Su Majestad, no obstante, te perdona; pero exige que dentro de dos días ingreses en el Seminario. ¿Yo, tío?... El Rey lo ordena, y contra él, en todo caso, tendrías que protestar.

¿Y la honra de la mujer, Rodolfo? ¿Ella me manda ser fiel a mi patria y a mi cuna? ¡No por qué Dios me ha hecho amarte; pero también que me ordena quedarme! Seguí guardando silencio y ella continuó tras una pausa: Llevaré siempre tu anillo en mi dedo; tu corazón estará eternamente junto al mío, tu beso en mis labios. Pero debes partir y yo debo quedarme.

Palabra del Dia

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