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Actualizado: 19 de junio de 2025
A la entrada de la calle de Alcalá había una larga fila de ómnibus que una muchedumbre asaltaba anhelante, furiosa, cual si se tratara de escapar a un grave e inmediato peligro.
Cuando paró el tren, nuestra víctima se apresuró a salir sin despedirse, dio un gran golpe a la portezuela y no volvimos a verle más. Conozco a la hermana San Sulpicio. El ómnibus saltaba por encima de las piedras sacudiéndonos en todos sentidos, haciéndonos a veces tocar con la cabeza en el techo; yo llegué a besar, en más de una ocasión, con las narices el rostro mofletudo de D. Nemesio.
Un cortejo de privaciones, el largo rosario de las economías, desfiló ante él: nada de viajes, nada de caballos, nada de partidas de placer. Después, se abismó en visiones, para él aterrorizadoras: un sastre de segundo orden, una mujer mal vestida, obligada a frecuentar los ómnibus y los tranvías.
Era pasado ya lo mejor y más brillante de ésta; las corridas, el tiro de pichón, las grandes excursiones en calesas y ómnibus al Borbonés, comenzadas en Agosto, concluían en los primeros días de Septiembre.
En el imperial van veinte pasajeros, otros veinte en el interior, dos conductores en el pescante, y uno en la escalera de caracol con que termina el ómnibus, por donde se sube al imperial.
Este cálculo no debe parecer exagerado á los lectores, cuando he visto ayer en un periódico semi-oficial, que existen en circulacion cuatrocientos sesenta y tres ómnibus, trescientos sesenta y nueve para las varias carreras de Paris, y noventa y cuatro para los puntos circunvecinos.
La carretera estaba atestada de carromatos, carretas y ómnibus, que conducían al valle de Baztán para las tropas fardos de zapatos, sacos de pan, cajones de galleta de Burdeos, esparto para las camas, barriles de vino y de aguardiente. El camino estaba intransitable y lleno de barro.
Las líneas de ómnibus que recorren Paris en todas direcciones pasan de treinta, todas cuentan un crecido número de carruajes y prestan un gran servicio al público ademas de animar la capital con su movimiento y su vida.
Luego que ya no divisamos el buque, nos dirigimos á la plaza de la Concordia, con ánimo de tomar el ómnibus que viene del arco de la Estrella. Á los pocos pasos que dimos, nos encontramos con un hombre que estaba sentado sobre el muelle, inmediato á una cuerda que iba á sumergirse en el rio. Al ingeniero le faltó tiempo para preguntarle qué significaba aquella cuerda.
Al principio los coches se llenan sin grandes apreturas, arrancan primero los mejores, ómnibus enormes y seguros breaks de forma extranjera ya españolizados, con suertes del toreo pintadas en portezuelas y cajas; después, a falta de los buenos, la gente toma por asalto los que van quedando; jardineras con las ballestas rotas y mal encordeladas, tartanas quebrantahuesos y ómnibus pequeños, de aquellos viejos que años antes iban a dos riales al patíbulo, todos tirados por mulas y caballos trasijados que ostentan en el pescuezo collarones a la jerezana pagados con la escatima del pienso, sin que su pobre costillaje ponga lástima en el corazón de la chulapería, ávida de empezar a varazos.
Palabra del Dia
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