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Actualizado: 9 de julio de 2025


Cuando intentó presentarse á los generales invasores para formular una elocuente protesta contra los atropellos cometidos por sus tropas, sólo pudo ver á un oficial, que le contestó sarcásticamente, acabando por amenazarle con el fusilamiento. Nadie hacía caso de su nombre; aquellos guerreros vestidos de gris verdoso parecían oirlo por primera vez.

Don Cayetano podía oírlo todo, pero doña Anuncia hubiera preferido metáforas y perífrasis. «El desarrollo contenido», «la crítica y misteriosa metamorfosis», «la crisálida que se rompe», todo eso estaba bien; pero el médico añadía unos detalles que doña Anuncia no vacilaba en calificar de groseros. «¡Qué gentes trataba mi hermanodecía poniendo los ojos en blanco.

Nosotros nos pusimos en disposición de poder oírlo todo sin ser vistos, aunque también sin ver nada. Sepulcral silencio reinó por breve tiempo en la pieza, y al fin interrumpiole la condesa, diciendo con la mayor severidad: ¿Qué desorden es este?

Concédame el cielo que sea á un mundo mejor, porque, en verdad, apenas creo que podré permanecer entre mis feligreses las rápidas estaciones de otro año. Y en cuanto á vuestras medicinas, buen señor, en el estado actual de mi cuerpo, no las necesito. Mucho me alegro de oírlo, respondió el médico. Pudiera ser que mis remedios, administrados tanto tiempo en vano, empezaran ahora á surtir efecto.

Hábleme usted con entera franqueza porque ya estoy lo suficientemente fuerte para oírlo todo. Lo único que siento es no haber dado a usted mi primer amor. ¡Qué bueno es usted! Esa mujer no ha sido jamás digna de usted. Yo no la he visto nunca, pero instintivamente la detesto, la desprecio. No hay necesidad de despreciarla, Germana.

¡Dios nos libre y nos defienda! exclamó Rafael . Eso es bueno para Polo. Una novela sentimental. Sólo de oírlo prosiguió Rafael me horripilo. No hay género que menos convenga a la índole española que el llorón. El sentimentalismo es tan opuesto a nuestro carácter, como la jerga sentimental al habla de Castilla. Pues entonces dijo la condesa , ¿qué es lo que vamos a hacer?

El pájaro vuelve á la jaula, y en ella permanece encerrado, mientras que no rompe con el pico algun alambre de la prision. Luego que puede huir, huye. Luego que puede tender el vuelo al aire libre, á los rayos del sol, lo hace. Pero ¿hace bien ó mal? No lo ; no quiero saberlo, ni averiguarlo, ni aun oirlo.

Aquellos eran tiempos de pelear, en que cada hombre iba de soldado a defender a su país, o salía por ambición o por celos a atacar a los vecinos; y como no había libros entonces, ni teatros, la diversión era oír al aeda que cantaba en la lira las peleas de los dioses y las batallas de los hombres; y el aeda tenía que hacer reír con las maldades de Apolo y Vulcano, para que no se le cansase la gente del canto serio; y les hablaba de lo que la gente oía con interés, que eran las historias de los héroes y las relaciones de las batallas, en que el aeda decía cosas de médico y de político, para que el pueblo hallase gusto y provecho en oírlo, y diera buena paga y fama al cantor que le enseñaba en sus versos el modo de gobernarse y de curarse.

No lo dijo tan paso el desventurado que dejase de oírlo Roque, el cual, echando mano a la espada, le abrió la cabeza casi en dos partes, diciéndole: -Desta manera castigo yo a los deslenguados y atrevidos. Pasmáronse todos, y ninguno le osó decir palabra: tanta era la obediencia que le tenían.

¡Ese, ese es el nombre propio! gritó la Mazacán, entusiasmada al oírlo . Lo natural y lógico es que para guardar a la mona Jenny se cree un cuerpo de micos. Y desde aquel entonces quedó confirmado el cuerpo de mosqueteros con la nueva denominación de Micos de Currita.

Palabra del Dia

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