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Actualizado: 18 de junio de 2025
«¡Atención, Marcelo! se decía con un regocijo egoísta . Mucha calma. Hay que evitar á los cuatro jinetes del amigo Tchernoff.» Pasó una tarde en el estudio conversando con éste y Argensola de las noticias que publicaban los periódicos. Se había iniciado una ofensiva de los franceses en Champaña, con grandes avances y muchos prisioneros.
Frente al cartelón de las últimas noticias, las gentes interrumpían sus comentarios sobre la próxima ofensiva, preguntándose: «¿Cómo le fué ayer á la duquesa de Delille?» Por las tardes, al llegar al Casino, los curiosos corrían para verla mejor y los amigos la saludaban, besando su mano con orgullo.
Dominé la cólera que en mí provocó aquel ataque, que ataque era, y muy audaz, puesto que la palabreja usada era ofensiva, y en pocas palabras, con mucha cortesía, expliqué los motivos de mi separación. Ocaña y Venegas me oyeron con indiferencia, casi con desprecio, pero los boticarios dieron muestras de que se interesaban por mí. ¡Ya! exclamó el más parlachín. ¡Ya me lo imaginaba yo!
Tampoco carecen ellos de sentimientos de honor, tambien estiman en mucho su propia dignidad; saben distinguir entre una palabra dicha con designio de zaherir, y otra escapada sin intencion ofensiva, y sin embargo ellos no ven nada de lo que el encolerizado ve con tanta claridad; y si se sonrien, esa sonrisa es causada, no por la humillacion que él se imagina haber sufrido, sino por esa terrible explosion de furor, que no tiene motivo alguno.
Y al conocer la existencia de cañones que tiraban a más de cien kilómetros, quedó desconcertado. «¡Qué tiempos! ¡qué guerra esta!» Cuando le consultaban las señoras en el Casino ó en el Hotel de París, mostraba un optimismo inquebrantable ante las malas noticias. Eso no es nada: va á venir la reacción. Los nuestros se retiran para tomar mejor la ofensiva.
La ofensiva propuesta le hizo sentir de un modo brutal toda la hondura de su caída. ¿Era posible que el solo hecho de la ruina del patrimonio diera alientos a un villano como aquél para proponer, cara a cara, a un hombre de su estirpe, semejante comercio? ¡Venir a pedirle precio por los sagrados emblemas del abolengo! ¡Ah, no!
No había nadie que con tanta prontitud y buena voluntad compartiera sus escasas provisiones con el pobre, aun cuando éste, en recompensa de los alimentos llevados con toda regularidad á su puerta, ó de los vestidos trabajados por aquellos dedos que habrían podido bordar el manto de un monarca, le pagase con un sarcasmo ó una palabra ofensiva.
Sorege, con una audacia que no debía retroceder ante nada, iba á meterse en la pelea y tomaba la ofensiva. Ha cantado usted divinamente, miss Hawkins, dijo mirando á sus adversarios con altivez, y comprendo el placer de este caballero... Y al decir esto parecía interrogar á su prometida y solicitar una presentación. Miss Maud accedió á su deseo.
Hay en ella una vaguedad que parece premeditada y hasta ofensiva. Reconozco tu derecho a romper un lazo que la ley no había consagrado todavía, pero debes de comprender que sobre la ley está la decencia, y que entre personas decentes la palabra algo vale. El que la rompe sin motivo podrá no tener pena, pero desde luego queda castigado en la conciencia de las personas honradas. ¡Mario, por Dios!
Como una noche la mirase largamente, la Piernavieja, la unidad más alharaquienta y ofensiva del ejército de ocupación, conocida por aquel remoquete a causa de renquear un poco, me dijo: ¿Qué miras; aquella panoli? Es Angustias, la Pinta. Está con el Tirabeque, un golfo y fullero, que la tiene aquí hasta que pasa a recogerla de madrugada. Convídala a que venga y tome algo dije a la Piernavieja.
Palabra del Dia
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